"CAPITULO 9"
________ fue despertada con
rudeza cuando Yarmille irrumpió en la habitación.
— ¡Despertad! ¡Despertad
muchacha, antes que él regrese y os encuentre todavía en la cama!
________ levantó la cabeza
y vio que Tom ya no estaba a su lado. Después miró a la severa mujer de rostro
duro que estaba de pie junto a la cama y le lanzó una mirada desdeñosa, se
preguntó qué haría la mujer si la atacaba.
Probablemente correría gritando por su amo y ella todavía tenía que
conocerlo, aprender si debía o no temerle.
— De prisa, muchacha, y
vestíos — continuó Yarmille, y entregó a ________ una túnica de lana basta— . Tom
ya no os quiere en su habitación. En realidad, no está nada contento con vos.
No es sorprendente, con vuestro mal de ojo.
________ le dirigió una
mirada penetrante, pero nada dijo. Había decidido seguir fingiendo ignorancia
de la lengua de ellos. Si hablaban en su presencia creyendo que ella no les
entendía, quizá pudiera obtener alguna información útil. Era difícil actuar así
cuando ya sus labios ardían a punto de replicar, pero lo intentaría.
Yarmille se volvió hacia la
puerta e indicó a ________ que la siguiese. Ruidos de jolgorio llegaban del
piso inferior. Pasaron la escalera y entraron en una habitación pequeña del
otro lado. Cuando Yarmille encendió varias lámparas de aceite de ballena para
alumbrarse, ________ vio que estaban en un cuarto de costura, donde se hacían
toda clase de cosas.
La habitación no era muy
diferente del cuarto de costura de su casa, aunque ________ nunca había estado
mucho tiempo allí. Sus ojos curiosos observaron los carretes de hilar con pesos
de piedra esteatita, un telar para hacer tapetes, tablas de madera para tejer
cintas, peines y tijeras de largos dientes. En un rincón había pilas de pieles
de animales, y tintes en un estante.
— Tom ha ido a buscar a su
padre, pero ordenó que os quedéis en esta habitación y no salgáis de aquí —
dijo Yarmille, haciendo señas para explicar sus palabras— . Yo tengo mucho que
hacer abajo, para preparar el festín, y no puedo vigilaros. Venid — se acercó a
un gran telar en un rincón, sobre el que había un tosco tapete a medio
terminar. Indicó claramente que ________ tenía que trabajar en él— Esto os
tendrá ocupada.
— Me pudriré viva antes de
tocarlo — dijo ________ en su propia lengua, con una sonrisa en los labios.
— Bien, bien — dijo
Yarmille, devolviéndole la sonrisa— Tom pareció creer que me causarías
problemas, pero yo no lo creo. Seréis útil y todo irá bien — se volvió para
marcharse y añadió, en tono severo— Quedaos aquí..., aquí.
En seguida se marchó,
cerrando la puerta tras de sí. ________ miró con expresión amenazadora el telar
de tapetes y dijo en tono despectivo:
— ¡Bah! Si cree que me
obligará a hacer trabajos de mujeres, esa vieja bruja tendrá más problemas de
los que podrá manejar.
_________ registró distraídamente
la habitación. Encontró varias tiras gruesas de cuero y las trenzó para hacerse
un cinturón. Después peinó su pelo en una única trenza larga hasta sus caderas
y la entrelazó con una fina tira de cuero para sujetarla.
Los sonidos que llegaban de
la planta baja le recordaron a su casa, cuando su padre tenía invitados. Esto
reavivó su dolor: hasta ahora, la cólera y la frustración lo habían tenido bajo
la superficie. El recuerdo de la muerte de su padre y de la sangrienta escena
que presenciara en su hogar aumentó su indignación.
— Oh, padre, fuisteis un
tonto — susurró— Los atrajisteis hasta
nosotros con vuestro ofrecimiento. Quisisteis salvarnos y nos habéis destruido.
________ no quería llorar
otra vez. Llevaría su duelo en lo más profundo de sí misma, pero no se
lamentaría en voz alta, porque tenía otras cosas en qué ocupar sus
pensamientos.
Decidió firmemente que no
podía permanecer aquí. De alguna forma tenía que encontrar el modo de abandonar
esta tierra dejada de la mano de Dios y retornar a su hogar. Necesitaría tiempo
para aprender las características de la tierra y descubrir una vía de escape.
También esperaba vengarse y quedaría más que satisfecha si podía lograr ambas
cosas.
Involuntariamente, sus
pensamientos fueron hacia el vikingo. Tom Kaulitz era un enigma. No había
tomado parte en el engaño perpetrado contra su gente, pero constituía la más
grande amenaza para ella. Estaba convencido de que era su dueño y que podía
hacer con ella lo que quisiera. Pero ella no lo permitiría, ya lo vería él.
Ese hombre alto, viril, no
la miraba con lujuria y eso, aunque un poco desconcertante, era una bendición. ________
sabía que él esperaba que ella se hiciera útil. Si por lo menos pudiera pensar
en algo que no le importara hacer, no tendría dificultad en quedarse aquí para
ganar el tiempo que necesitaba.
¿Pero qué había aquí que
ella pudiera hacer?
________ abrió
sigilosamente la puerta. Pensó que si abandonaba el cuarto de costura
provocaría la ira de Yarmille. Pero siempre podría escudarse en su propia ignorancia
y aducir que no entendía las instrucciones de Yarmille.
Los ruidos de la planta
baja se hicieron más fuertes. Se preguntó si Tom ya había regresado. Si era
así, también Anselmo estaría allí.
Destruir a ese hombre le produciría un inmenso placer; destruirlo, tal como él
había destruido a la gente de ella. Pobres Fergus y Wyndham; Dunstas, quien se
había mostrado renuente a pelear; y la dulce, querida Alane, que había sido
como una madre para ________..., todos muertos. No por mano de Anselmo , ciertamente,
porque él permaneció en la entrada del hall y sólo presenció la sangrienta
batalla, pero, no obstante, él fue el responsable. Además, fue él quien partió
en dos su preciosa espada dejándola indefensa por primera vez en su joven vida,
sí Anselmo debía morir. Ella encontraría
la forma.
________ salió al ancho
corredor y cerró la puerta, a fin de que nadie supiera que había abandonado la
habitación. Al final del pasillo se abría otra puerta que daba al exterior y
hacia allí se dirigió. Sus ojos observaron los edificios de abajo, pero no vio
a nadie en los alrededores. En la distancia pudo ver el azul brillante del
océano: un manto de diamantes parecía cabrillear en su superficie. A la
izquierda estaba el fiordo y los prados que se extendían desde la orilla
opuesta. En la cuesta descendente de la derecha había campos y forestas; casas
pequeñas salpicaban ocasionalmente el paisaje.
________ consideró la
conveniencia de bajar hasta el fiordo para ver si había algún barco allí. Con
toda seguridad, necesitaría un barco cuando estuviera lista para marcharse,
¿pero cómo lo guiaría sola? Quizá pudiera ocultarse en uno cuando zarpara para
una incursión a su tierra natal. Eso no sucedería hasta la primavera. ¿Podría
esperar hasta entonces?
_________ descendió la
escalera y caminó con vivacidad hacia los edificios pequeños que había detrás
de la gran casa de piedra. Unos relinchos llegaron a sus oídos, y entró en un
edificio, cuyas puertas estaban abiertas de par en par. Era un establo, con
cuatro hermosos caballos en su interior.
________ quedó encantada.
Un magnifico semental negro atrajo su mirada y ella se le acercó. Ahogó una
exclamación cuando vio un anciano que estaba frotando a la bestia.
El viejo se incorporó,
gimiendo y con una mano en la espalda. Una poblada barba le cubría la cara; la
barba tenía mechones grises, lo mismo que su pelo de color arena. Unos suaves
ojos castaños la miraron con intensidad.
— ¿Quién sois, muchacha? —
preguntó el hombre en la lengua de ella.
—________. ________
Carmarham. ¿Trabajáis aquí? — preguntó ella mientras tendía una mano para que
el caballo la olfateara.
— Sí, hace casi cuarenta
años que vengo cuidando los caballos — repuso él.
— ¿Nadie os ayuda? — El meneó la cabeza.
— No; desde que el amo se
llevó la mayoría de los esclavos para venderlos cuando viajó a Oriente. A mí me
dejó porque soy demasiado viejo para que den un buen precio por mí.
— ¿Habláis de Tom, el
vikingo? — preguntó ella— . ¿Es él al
que llamáis amo?
— Sí. Es un joven
bondadoso. Yo serví a su abuelo antes que a él. — dijo el anciano con orgullo.
— ¿Cómo podéis hablar bien
del hombre que es vuestro dueño? — preguntó _________.
— Me tratan bien, muchacha.
Tom es un joven ambicioso que trata de abrirse camino rápidamente, pero es un
buen amo para todos nosotros.
________ no insistió en ese
tema.
— ¿Estos son los únicos
caballos?
— No, hay una media docena
pastando en el prado. Y otros tres fueron tomados en préstamo por algunos
amigos de Tom, los que navegaron con él y han ido a buscar a sus familias para
el festín. Esos — señaló los otros caballos en el establo— pertenecen a Anselmo Kaulitz, quien acaba de
llegar, con su familia — frotó los
flancos del semental— Animal mejor que éste no he visto jamás.
— Sí, es magnífico —
admitió prestamente ________. Miró con ansias al esbelto animal. El hombre secó
el lomo del semental. Obviamente, el caballo acababa de llegar de una carrera.
— El amo lo trajo a casa
consigo. Dijo que lo encontró en Hedeby. Seguramente le costó una bolsa bien
llena.
________ asintió en silencio, pero sus pensamientos ya
no estaban en el gran semental.
De modo que Tom se
encontraba en la casa y Anselmo estaba
con él. Sin duda, también estaba su hermano Hugh, ese animal vulgar que se
había atrevido a maltratarla delante de todos.
Con el entrecejo fruncido, ________
fue hasta la puerta del establo y miró con aprensión hacia la casa de piedra
¿Cuánto tiempo tenía? ¿El estaría buscándola o ni siquiera se molestaba, y la
creía encerrada en el cuarto de costura? ¿Y por qué iba a buscarla? Había
demostrado que no tenía interés, que ella sólo era una molestia para él. Hasta
Yarmille dijo que ella no era del agrado de Tom.
_________ lo prefería así.
Debía mantenerse discretamente a un lado y no llamar la atención.
Se volvió.
— ¿Cómo os llamáis? — preguntó
al anciano, quien seguía atendiendo al semental con amorosos cuidados.
— Erin McCay.
— Bien, Erin. ¿Conocéis a
la muchacha Janie? — preguntó, con una
cálida sonrisa.
— La conozco. Bonita
muchacha esa Janie.
— ¿Dónde puedo encontrarla?
Me cuidó cuando yo estaba encerrada, pero fui poco amable con ella y debo
pedirle disculpas.
— ¿Estuvisteis encerrada? —
la miró con curiosidad— . ¡Vaya! Vos sois la joven de Tom de quien las lenguas
tanto hablan, la nueva...
— ¡Sí! — lo interrumpió ________
antes que él pudiera pronunciar la palabra que tanto detestaba.
— ¿Y os han desatado?
— Sí — dijo ella,
asintiendo con la cabeza— . Ahora, ¿dónde está Janie?
— La muchacha está en la
casa grande. Estará todo el día y la mayor parte de la noche ocupada, sirviendo
en el festín.
________ arrugó el
entrecejo.
— Este festín — dijo— ,
¿cuánto durará? — Erin sonrió.
— Podría
durar días.
— ¿Qué?
— El rió por lo bajo.
— Sí — dijo— . Hay mucho
que celebrar. El amo ha regresado sano y salvo y convertido en un hombre rico,
y la familia está nuevamente reunida. En realidad, hay mucho que celebrar.
Una expresión de disgusto
cruzó las facciones de ________. ¿Habían pensado tenerla todo ese tiempo
encerrada, fuera de la vista? ¿Por qué Tom no quería que la vieran?
— ¿Puedo ayudaros, Erin? —
preguntó de pronto.
— No, éste es trabajo de
hombres.
________ se abstuvo de
rebatirlo y en cambio preguntó:
— Si tengo el permiso de Tom,
¿me dejaréis trabajar con vos en el establo?
El alzó una ceja.
— Sabéis de caballos,
¿verdad?
— Sí — dijo ella y sonrió—
. Tanto como vos, apostaría — Estuvo un
momento callada, y después dijo: — Cuando vivía en la casa de mi padre,
cabalgaba todos los días por nuestros campos, saltaba arroyos y muros de
piedra, me internaba en los bosques. Qué libre me sentía... entonces — se
detuvo, y una expresión de enormes tristeza pasó por su cara. Sacudió la cabeza
como si quisiera sacarse de encima ese sentimiento y miró una vez más a Erin —
¿Si trabajo con vos en el establo, me dejaréis montar los caballos?
— Sí, muchacha. Nada me
agradaría más. Pero debo asegurarme de que contáis con el permiso del amo. De
otro modo, nada podré hacer.
— Entonces, hablaré con él.
— Será mejor que esperéis
hasta que el festín haya terminado. Ahora el amo debe de tener muchas copas
adentro y podría no recordar tu petición o su respuesta.
Ella hubiera preferido
proceder de inmediato, pero quizás Erin tenía razón.
— Así sea — dijo— Esperaré.
— Y, muchacha, os sugiero
que no entréis en el hall hasta que se hayan marchado todos los huéspedes. No
será bueno para vos si os ven.
La curiosidad le hizo
brillar los ojos. Primero, Tom dejaba órdenes de que permaneciera en esa
pequeña habitación. Ahora este anciano le advertía que no se dejara ver.
— ¿Qué pasa conmigo que no
debo dejar que me vean?
— _________, muchacha,
debéis saber que eres una joven hermosa. Estos vikingos son unos libidinosos,
muy afectos a las doncellas hermosas como vos. El amo es generoso con sus
esclavas. Sus amigos ni siquiera tienen que pedir permiso para tomar a una de
las mujeres, porque su hospitalidad es muy conocida.
— ¡No habláis en serio! —
exclamó _________, apabullada.
— Es verdad, muchacha. En
un banquete especialmente agitado, una pobre muchacha fue tumbada allí mismo,
delante de todos, en el piso del hall.
________ abrió sus grandes
ojos y su rostro adquirió una expresión de repugnancia.
— ¿Tom lo permitió?
— El hubiera impedido esa
forma de diversión, pero estaba caído debajo de la mesa, según dicen,
completamente borracho.
— ¿Y lo mismo sucedió?
— Sí, así que cuidaos,
muchacha. No quisiera que os suceda lo mismo a vos.
— No temáis, Erin. ¡Yo no
lo permitiré!
El anciano meneó la cabeza
lleno de dudas y la observó mientras se alejaba.
_______________________________________________________________________________
Tom ocupaba la cabecera de
una larga mesa. Su padre estaba a su izquierda, de frente a la habitación, y su
madre a su derecha. Su hermano Hugh también se encontraba allí, con su rolliza
esposa a su lado. Alrededor estaban los amigos más allegados a Tom, los que
habían navegado con él. Y en el extremo, sentábase su medio hermano Fairfax.
Tom miró pensativo a sus
hermanos. Aunque se parecía a su hermano mayor en altura y constitución, él y
su hermano menor tenían en común sólo los ojos, que eran los del abuelo, Ulric.
Fairfax era menos de un año más joven que Tom, pero una cabeza más bajo; en
esto salía a su madre, Yarmille.
Tom y Hugh disfrutaban de
la rivalidad normal entre hermanos, aunque a veces se volvía un poquito
exagerada. Sin embargo, el lazo fraternal era fuerte. Con Fairfax, Tom mantenía
una relación diferente, de compañerismo y amistad, como la que compartía con
Perrin, su amigo más íntimo.
Entre Hugh y Fairfax, en
cambio, existía una auténtica antipatía y las tensiones usualmente eran altas
cuando estaban juntos en una misma habitación. Hugh envidiaba a Fairfax el amor
que le tenía su madre y Fairfax respondía a esa animosidad con igual
hostilidad, como cualquier otro hombre.
Tom, a diferencia de
Fairfax, se había ganado la admiración de Ulric y con ello esta casa y las
tierras que la rodeaban. Fairfax no poseía nada más que la casita de su madre y
un barco de pesca. Era sorprendente que el hermano menor no abrigara
resentimientos por ello. Su vida era dura y todos los días trabajaba para
asegurarse de que sobreviviría un poco más. Pero Tom sabía que su medio hermano
lo prefería así. A Fairfax le gustaba la vida sencilla de pescador.
El skald terminó una
canción humorística sobre las fechorías de Loki, a la que añadió pícaras coplas
de su invención, y dejó a la multitud gritando su aprobación. Hasta
Anselmo tenía lágrimas en los ojos de
tanto reír. Heloise se inclinó hacia su
hijo cuando el ruido disminuyó un poco y susurró en tono de broma:
— Sabéis, Tom, vuestro
cuento de la tribu eslava que encontrasteis fue casi tan divertido como éste.
¿Estáis seguro de que no adornasteis un poco la verdad?
— ¡Por Thor, mujer! —
exclamó Anselmo , que la escuchó— . Mi hijo no necesita embellecer sus relatos
como yo — rió de su propia broma.
— No. Con vos, no se sabe
dónde termina la verdad y empieza el cuento — replicó Heloise, y añadió pensativa—
Como vuestro cuento de la joven celta. Me pregunto si todo lo que dijisteis es
verdad.
Anselmo la miró ceñudo desde el otro lado de la mesa.
— ¡Es verdad, señora! A ese
cuento no tuve necesidad de embellecerlo.
Tom lo miró con curiosidad.
Había relatado en detalles sus aventuras de viaje, pero todavía tenía que
preguntar acerca de esa terca muchacha que había encontrado en su cama la noche
anterior.
— ¿Cómo está
la joven, Tom? — preguntó su madre— . La vi ayer y todavía estaba furiosa.
Apenas quiso dirigirme la palabra.
— Bueno, lamento decir que
ha encontrado su lengua — Anselmo rió
por lo bajo.
— ¿De modo que habéis
probado un poco de su temple, eh?
Tom se volvió hacia su
padre.
— ¿Temple? No, obstinación
es una palabra más adecuada. ¿Ella es mía?
— Sí, sólo vuestra — Tom
gruñó.
— Bueno, ella no quiere
aceptarlo.
— No creí que lo haría —
dijo Anselmo y sonrió, haciendo que su
hijo se pusiera ceñudo.
Le contó a Tom la captura
de ________, una historia que ya había relatado muchas veces con placer. A los
otros no pareció interesarles, pero Tom escuchó con mucha atención.
— ¿Por qué entonces, me la
habéis dado a mí? — preguntó Tom finalmente.
Llenó su pichel de un gran
caldero de hidromiel que había sobre la mesa.
— La muchacha, seguramente,
me odia, porque debe culparme de su situación. La he visto manejar un arma y no
la quiero cerca de mí para no tener que estar cuidándome siempre de ella. Tampoco vuestra madre, a su edad, necesita
estar soportando el carácter de esa muchacha. Hugh la quería, pero cambió de
idea cuando ella enseñó sus zarpas. Sabía que yo quería dárosla a vos y eligió,
entonces, a la hermanastra. Creo que vos podéis domar a la muchacha si queréis
intentarlo.
Tom arrugó la frente.
— Si ella es todo lo que
decís, ¿por qué habría yo de hacer el esfuerzo? Traerá más problemas de lo que
vale y sería mejor venderla.
Ahora Anselmo se puso ceñudo.
— ¿Entonces no estáis
contento con ella? Cualquier otro hombre lo estaría.
— Sabéis lo que siento por
las mujeres — replicó Tom ácidamente— . Esta no es diferente. Como propiedad es
valiosa, sí. ¿Pero para mi placer? — meneó la cabeza con lentitud, negando la
atracción que sentía por ella— . No, no la necesito.
_______ acababa de regresar
al pequeño cuarto de costura cuando se abrió la puerta y entró una joven con
una bandeja de comida. Un pelo opaco, de color naranja, caía desordenadamente
sobre sus hombros. Cuando sus ojos azules encontraron los de _______, parecían
muy cansados.
— ¿Janie?
— ¿De modo que ahora
queréis hablarme? — dijo la joven con cierta sorpresa— Empezaba a creer que
jamás lo haríais.
— Lo siento — dijo ________,
contrita— . No quise haceros víctima de mi cólera. Sé que soy una carga más
para vos.
Janie se encogió de hombros
con gesto cansado.
— No estuvo bien que
Yarmille os hiciera atar. Vos tuvisteis un motivo para estar resentida. Parece
que todavía os debo seguir atendiendo, aunque habéis sido desatada.
________ sintióse aún más
arrepentida, porque la mujercita parecía completamente exhausta.
— Yo me atendería sola — dijo—
, pero me ordenaron que permaneciese aquí.
— Lo sé — Jame intentó
sonreír— . Una muchacha tan hermosa como vos provocaría una conmoción allá
abajo. Debéis tener mucha hambre. Yarmille se olvidó de vos y yo también, hasta
hace unos minutos. Tomad — añadió, tendiendo a ________ la bandeja de comida— .
Esto tendrá que bastaros hasta que pueda traeros más esta noche.
— ¿Podéis quedaros y
platicar un poco? Quiero agradeceros por todo lo que habéis hecho por mí.
— No tenéis necesidad de
agradecerme. Me ordenaron que os cuidara y atendiera, pero lo hubiera hecho de
todos modos. Somos de la misma raza, vos y yo.
— Quedaos, entonces, un
momento.
— No, no puedo, ________...,
¿puedo llamaros ________?
________ asintió en
silencio.
— Hay demasiado que hacer
allá abajo. Ya perdí media mañana en el cuarto de huéspedes — dijo con una
mueca— Esos hombres no se preocupan por
la hora cuando quieren gozar.
_______ la miró marcharse.
¿Linnet, Cordelia y las otras también estaban sufriendo esta clase de
tratamiento? ¿También la obligarían a ella a servir de juguete para los
hombres?
— ¡No! ¡Jamás! — dijo en
alta voz, antes de sentarse en el suelo con la bandeja, súbitamente consciente
de su hambre— . ¡Que se atrevan!
Atacó la comida con placer
y agradeció en silencio a Janie por haberse acordado de ella, puesto que nadie
más la había tenido en cuenta. En el plato había dos gordas patas de faisán una
media hogaza de pan achatado y untado con mantequilla, y un pequeño tazón de
cebollas hervidas. La comida estaba deliciosa y sólo la arruinaba la bebida que
le trajeron para acompañarla: un jarro de leche. ¡Leche, bah! ¿Janie la
consideraba una criatura? Ansiaba beber un poco de cerveza o vino, por lo
menos; pero leche, jamás.
Antes que ________
terminase la comida la puerta se abrió otra vez y ella levantó la vista y vio a
Tom Kaulitz, apoyado despreocupadamente en el marco. Estaba vestido con una túnica ceñida y
pantalones de color azul, bordeados de piel de marta cebellina. Un ancho
cinturón de oro con una gran hebilla incrustada de gemas azules le rodeaba la
cintura y cruzaba su abdomen plano. Sobre su ancho pecho colgaba un enorme
medallón de plata.
Los ojos de ________ fueron
automáticamente a sus brazos desnudos. Vio mucha fuerza en los músculos tensos
bajo la piel bronceada. Imaginó esos poderosos brazos estrechándola y
atrayéndola hacia él, y su pulso se aceleró traviesamente con ese pensamiento.
Pero esto fue rápidamente oscurecido por el recuerdo de las consecuencias que
Cordelia le había descrito tantas veces.
Lo miró a los ojos y
enrojeció al ver la expresión divertida de él. La había sorprendido
estudiándolo: sintió como si también le hubiera leído el pensamiento.
— ¿Qué queréis, vikingo? —
preguntó secamente para ocultar su turbación.
— Ver si vuestro carácter
ha mejorado.
— ¡No ha mejorado ni
mejorará! — replicó con vehemencia, recordando todas las cosas malas que había
oído acerca de este hombre— . De modo que no necesitáis volver a preguntar.
Pese a la brusquedad de ________,
Tom sonrió, y reveló dientes blancos y parejos y dos profundos hoyuelos en sus
mejillas.
— Me alegra ver que habéis
obedecido las órdenes de Yarmille y aprovechado vuestro tiempo. ¿Este es
vuestro trabajo? — señaló el telar.
Ella siguió su mirada y
habría reído si no hubiese creído que él hablaba en serio.
— No, nunca tocaré esa cosa
— El ya no sonreía.
— ¿Por qué?
— Es trabajo de mujeres —
dijo. Se encogió de hombros y siguió comiendo.
— ¿Ahora me diréis que no
sois mujer?
Ella le echó una mirada que
sugería que él era un tonto.
— Claro que soy mujer. Pero
nunca hice trabajo de mujeres.
— ¿No es digno de vos,
supongo? — preguntó él con tono sarcástico.
— Sí — respondió ella sin
arredrarse. Tom gruñó y meneó la cabeza.
— Me dijeron que fuisteis
ofrecida como novia mía. ¿Hubierais venido, sin saber dirigir una casa y sin
asumir el papel propio de una esposa?
— ¡Sé dirigir una casa,
vikingo! — estalló ella, con ojos tormentosos— . Mi tía me enseñó todo lo que
hay que saber sobre trabajo de mujeres. Pero nunca puse en práctica esas
lecciones. Y en cuanto a que fui ofrecida como novia vuestra, así fue. Pero
sabed que la perspectiva me era odiosa y sólo accedí porque mi padre había dado
su palabra a fin de que hubiera una alianza. ¡Por lo menos, nosotros hacemos
honor a nuestra palabra cuando la comprometemos!
A él no se le escapó la
ironía.
— Yo no tomé parte en el
engaño — dijo——. ¿Me culpáis por ello?
— ¡No, yo culpo a quien lo
merece! — dijo ella, escupiendo las palabras— ¡Un día él lo pagará!
Tom se sonrió de la
amenaza. Su padre estaba acertado cuando decía que ella lo odiaba. Por la
actitud desafiante de la joven, casi podía creer las otras cosas que también
había contado Anselmo . Dejó que sus ojos la recorrieran lentamente de pies a
cabeza. ¿Podía esta muchachita haber herido a un vikingo? No, no era probable.
Su cuerpo esbelto estaba hecho para el placer, no para blandir una espada. Otra
vez sintióse atraído por ella y eso lo irritó.
Ciertamente, era
peligrosa..., no en sus amenazas, sino en su belleza. El no confiaba en las
mujeres y sólo las tomaba cuando era fuerte la necesidad. De otro modo, las
evitaba, y decidió que con ésta no sería diferente.
— Si no me culpáis, ¿por
qué, entonces, dirigís vuestra cólera contra mí?
— ¡Sois un tonto, vikingo,
si tenéis que preguntarlo! Me trajeron aquí y luego vinisteis vos y dijisteis
que sois mi dueño. ¡Bueno, ningún hombre es mi dueño! ¡Ninguno!
— ¿De modo que volvemos a
eso? — suspiró él y cruzó sus brazos sobre el pecho— No estoy listo para daros
la prueba, mujer, pero cuando lo esté, sabréis con seguridad quién es el amo
aquí.
Ella rió, pues sintió que
la renuencia de él representaba una victoria.
— Sé que vos sois el amo
aquí, vikingo. No pienso en otra cosa.
El brillo de sus ojos lo
hizo sonreír.
— Mientras aceptéis eso,
mujer, creo que podremos ahorrarnos muchas disputas — dijo, y se marchó.
Los dientes agudos de una
pesadilla la despertaron. ________ se incorporó inmediatamente, lista para
presentar batalla. Pero después de mirar a su alrededor, en la débil luz que se
filtraba por la puerta entreabierta, se relajó en su improvisado lecho de
pieles y quedóse mirando pensativa las oscuras paredes. ¿Era de mañana, o aún
de noche? ¿Cómo podían estos vikingos beber toda la noche y todavía seguir
bebiendo?
Los ruidos de su barriga la
impulsaron a levantarse. ¿Acaso debería morir de hambre esperando que
recordaran que estaba aquí? ¡Al demonio con ellos! Se buscaría su propia
comida. Con los ojos brillantes de ira y determinación, salió de su lugar de
confinamiento. No fue tan tonta de aventurarse por la escalera interior, porque
la misma terminaba a la vista del hall. En cambio, siguió el camino que había
hecho antes, por los escalones de piedra que llevaban al exterior, y después
hasta la puerta abierta en el fondo de la casa, de donde salía un humo
fragante.
_________ espió nerviosa el
interior. Vio a dos mujeres, una vieja y la otra más joven, que hacían girar un
cerdo entero en un asador. Detrás de ellas, Janie sacaba dos panes achatados de
una bandeja de hierro de largo mango y los ponía con varios otros en un gran
cesto que estaba sobre una mesa. A Yarmille no se la veía por allí, así que ________
entró con cautela en la habitación larga y angosta.
Janie abrió sus grandes
ojos cuando la vio.
— ¡_________! ¡Oh, Señor,
otra vez me olvidé de vos! Estuve tan ocupada — se disculpó— desde que Yarmille me arrancó del sueño.
— No es nada, Janie. De
todos modos, acabo de despertarme. ¿Qué hora es?
— Pasado el mediodía, y
muchos otros también están despertándose — replicó Janie con cansancio, y se
apartó de la cara el pelo rebelde.
— No es de extrañar que
tenga tanta hambre — dijo _________, sorprendida de haber dormido tanto— . ¿Han
seguido así toda la noche? — preguntó, señalando con la cabeza el hall, desde
donde venían ruidos de francachela.
Janie suspiró.
— Sí — dijo— No se han
detenido. Algunos quedaron desmayados por los excesos, pero la mayoría fueron
lo bastante prudentes para retirarse y dormir un poco antes de continuar la
celebración. Todavía hay algunos con los ojos enrojecidos, que siguen cantando
con sus copas en la mano.
— ¿Cuándo acabarán?
Janie se encogió de
hombros.
— Quizá mañana, espero.
Pero será mejor que regreséis en seguida arriba, _________. Los hombres vienen
de tanto en tanto hasta aquí para molestarnos. No convendría que os viesen
aquí. Se han hartado de mí y de Maudya, quien aún está en el cuarto de
huéspedes. Se volverían locos por una mujer nueva a la que no han probado
todavía.
— Entiendo — replicó ________,
segura de que Janie exageraba. Después de todo, Tom ni una vez la había mirado con
interés.
— Ahora prepararé vuestra
bandeja y la llevaré arriba.
— Muy bien.
_________ se volvió para
marcharse, pero se había demorado demasiado. Detrás de ella oyó una risotada
que sonó como el rugido de una bestia. Alarmada, miró por encima de su hombro y
vio un gigante corpulento que venía pesadamente hacia ella. Otros dos estaban
junto a la abertura del hall, riendo y alentándolo.
— ¡Corre, _________ — gritó
Janie.
Aunque iba contra su
naturaleza huir de nada, su sentido común le dijo que ésta no era una ocasión
oportuna para intentar la resistencia, pues no tenía armas y era superada en
número. Corrió hacia la puerta, pero ya había perdido demasiado tiempo
debatiéndose consigo misma. El vikingo la aferró de su larga trenza y la atrajo
con violencia hacia él.
— ¡Soltadme, maldito
pagano! — exclamó ella.
Pero él se rió de su
indignación y su inútil lucha; además, no entendió sus palabras. Ella tuvo que
morderse los labios para no insultarlo en la lengua de él; eso habría
estropeado sus planes, de modo que le siseó en su propio idioma, aunque de poco
le valió, pues él la llevó nuevamente adentro. La tenía enganchada bajo el
brazo como a una pieza de equipaje cuando cruzó el área de cocinar para
reunirse con sus dos amigos en el hall, junto a la escalera. _________ notó que Janie ya no estaba en la cocina, pero
de todos modos la muchachita no hubiera podido ayudarla.
— Vaya, Gorirn, habéis capturado una hermosa
presa. Juro que este día tenéis la suerte de los dioses.
— Debe de ser la nueva
esclava de Tom. Me pregunto por qué la ha tenido escondida hasta ahora — dijo
otro.
El hombre que sujetaba a ________
soltó una carcajada.
— ¿La estáis viendo y lo
preguntáis?
— No, Tom ya no se interesa
por las mujeres desde que Morna lo defraudó.
— Sí, pero ésta es
diferente.
— De acuerdo, Gorm. Sin
embargo, Tom no haría uso de esta hembra como haré yo. Tampoco es posesivo con
lo suyo. ¿Entonces, por qué tenerla escondida?
— Creo que ella se
escondió. Por la forma en que se resistió, yo diría que no quería que la encontrasen.
— Anselmo dice que pelea como un hombre.
— Con un arma, sí; pero
ahora no tiene ninguna... ¡ay! — Gorm gritó, dejó caer a ________ al suelo y se
llevó una mano al muslo donde ella lo había mordido.
— Puede pelear como un
hombre con una espada en la mano, pero pelea como una mujer cuando no tiene
ninguna! — dijo otro hombre, riendo a carcajadas.
________ se puso
instantáneamente de pie, pero quedó en medio de los tres hombres, con el hall a
sus espaldas. El gigantón que la había dejado caer la miró ceñudo y trató de
sujetarla otra vez. ________ ya había sufrido su fuerza y no se iba a dejar
atrapar de nuevo. Fingiéndose asustada, esquivó la mano tendida de Gorm y chocó
con uno de los otros. Al hacerlo, tomó un cuchillo del cinturón de este hombre,
lo arrancó fácilmente de la vaina y retrocedió, asegurándose de que ellos
pudieran ver el metal brillando en su mano
— ¡Por Thor! Habéis sido
burlado por una astuta hembra, Bayard.
El dueño del cuchillo lanzó
a su amigo una mirada asesina.
— ¡Ella necesita que le den
una lección!
— Hacedlo, entonces. Yo no
tengo deseos de volver junto a mi esposa con una herida que no pueda explicar.
— ¿Gorm?
— Sí, estoy con vos,
Bayard. Ella será la hembra más briosa que habré tenido.
— Entonces yo le tomaré el
brazo que tiene el cuchillo mientras vos la sujetáis.
________ dividió su
atención entre esos dos. Tontos, pensó despectivamente. Al hablar con entera
libertad ante ella le daban un arma mejor que el cuchillo.
Estaba preparada cuando se
le abalanzaron. Sostuvo el cuchillo delante de ella, y cuando Bayard saltó para
tomarle el brazo, ella lo bajó como un relámpago y le lanzó una puñalada que le
desgarró la túnica, la cual instantáneamente se tiñó de rojo.
— ¡Para que aprendas,
cerdo! — dijo ________ a Bayard, escupiendo las palabras, aunque apuntó con el
cuchillo a Gorm para mantenerlo a raya.
Ahora, la animosidad en las
caras de los dos la volvió más precavida y lentamente retrocedió, alejándose de
ellos. Sin embargo, se detuvo de pronto cuando encontró el cuerpo de otro
vikingo. Demasiado tarde se dio cuenta de su equivocación. Estaba en el hall y
un grupo de hombres la rodeaba. Se volvió como un relámpago antes que el que
tenía detrás pudiera ponerle las manos encima, y rápidamente salió al
descubierto.
El hall quedó envuelto en
un manto de silencio. Los ojos de ________ miraron rápidamente a su alrededor y
encontraron rostros atónitos. Nadie se movió, excepto Gorm y Bayard, cuya
intención seguía siendo claramente maliciosa. Si todos se precipitaban a la
vez, ella sabía que estaría perdida, aunque unos cuantos morirían en el proceso
y por fin habría podido vengarse en cierta medida.
Por lo menos, ________
controlaba sus acciones. No la dominó el pánico, como hubiera sucedido a
cualquiera que fuese tan ampliamente superado en número. Cuando un borracho se
le acercó, ella giró como un rayo, pero no usó el cuchillo. En cambio, se
levantó la falda y le dio un puntapié que lo envió tropezando hacia atrás. Una
vez más enfrentó a sus dos contrincantes, quienes habían aprovechado la
distracción para acercársele más.
En la estancia, de pronto
todos rugieron de risa ante la ridícula humillación del borracho. La tensión
aflojó un poco mientras se hacían comentarios sobre ________.
Muchos la conocían y
quedaron asombrados al verla dispuesta a pelear nuevamente. Todos la miraban
con curiosidad, a ella y a los dos atacantes, y notaban la sangre que manchaba
la túnica de Bayard.
— Aplaudo la diversión,
Bayard — la voz grave de Anselmo llegó
desde el otro extremo de la habitación— ¿Pero creéis prudente armar a una
esclava?
Ante la obvia burla, la
cara de Bayard se puso de un rojo brillante. Pero en vez de desafiar a un
hombre tan poderoso como Anselmo , siguió con la farsa.
— No, pero fue lo menos que
pude hacer para animar la fiesta. Muchos prefieren dormir en vez de seguir
bebiendo.
Siguieron más risotadas y ________
vio con desconfianza que sus dos adversarios renunciaban a perseguirla y se
mezclaban con los demás. Se volvió hacia la voz que reconoció fácilmente, con
sus ojos grises encendidos por los fuegos del odio. En seguida vio a Anselmo ,
sentado en un ángulo de una de las mesas largas. Sus ojos se encontraron y ________
debió recurrir a toda su fuerza de voluntad para no gritar de rabia y atacarlo
como hace un animal salvaje con su víctima.
— Dejad el cuchillo, _________.
Se puso tensa cuando oyó
otra voz.
— ¡No, lo conservaré! —
dijo.
— ¿De qué os servirá? —
preguntó Heloise.
— ¡Me salvará de ser
maltratada por esos asnos borrachos! — replicó, y miró una vez más a su
alrededor antes de meterse el cuchillo en el cinturón.
— Si, supongo que sí. Pero Tom
no permitirá que lo conservéis.
Los ojos de ________ se
entornaron peligrosamente y su mano se apoyó en el mango del cuchillo.
— Si él trata de
quitármelo, lo lamentará — dijo secamente,
y señaló con la cabeza en dirección a Anselmo — . Hablad por mí y decid a
vuestro esposo que lo desafío. El puede elegir el arma porque yo las conozco a
todas.
Heloise suspiró y meneó la
cabeza.
— No, ________, no le diré
eso.
— ¿Por qué? — ________ se
puso ceñuda— . Serán mis palabras las que le diréis, no las vuestras.
— Un vikingo no pelea con
una mujer. No hay ningún honor en ello — replicó Heloise con suavidad.
— ¡Pero yo debo verlo
muerto! — gritó _________ con voz llena de frustración— . No es mi costumbre
esconderme de un enemigo, así que debo pelearlo abiertamente. ¡El tiene que
enfrentarme!
— El no luchará con vos,
muchacha. Pero ten la seguridad de que conoce tus sentimientos.
— ¡Eso no basta! ¿No podéis
comprender que estoy destrozada y que vuestro esposo es el responsable? Mis
gentes están muertas por culpa de él... hombres con los que yo crecí, con
quienes compartí el pan y a quienes amaba. El marido de mi hermana... ¡muerto!
Hasta uno de vuestra raza que fue sorprendido allí... — se detuvo antes de
revelar demasiado— y que era un amigo.
También él fue muerto. Y mi sirvienta, una anciana a quien yo amaba
entrañablemente — ________ elevó la voz y sintióse turbada por el recuerdo— .
¡Cayó con un hacha en su espalda! Ella no era ninguna amenaza. Si un vikingo no
pelea con una mujer, ¿por qué está muerta ella?
— Los hombres se vuelven
salvajes cuando salen de incursión — respondió Heloise con tristeza— Mueren muchos que no deberían morir y es una
desgracia que eso suceda. Hay muchos arrepentimientos después. También
Anselmo está arrepentido.
________ la miró con
incredulidad.
— ¿Cómo puede estarlo
cuando mantiene a mi tía y mi hermanastra como sirvientas?
— ¿Y a vos?
— No, yo no serviré a
nadie.
— Con el tiempo lo haréis, ________.
— ¡Antes moriré!
El estallido de ________
hizo que el hall quedara otra vez en silencio. Los hombres que la rodeaban no
entendían sus palabras, pero conocían la furia cuando la veían. Hugh Kaulitz se
acercó, temeroso por la seguridad de su madre.
— ¿Os está amenazando,
madre? — preguntó.
— No, su furia es contra
vuestro padre.
— No confío en una esclava
armada con un cuchillo, especialmente ésta — replicó Hugh roncamente— . Distrae
su atención y yo se lo quitaré por detrás.
— No, Hugh, dejadla —
ordenó Heloise— . Ella está dispuesta a pelear ahora mismo. En realidad, es lo
que desea — Hugh rió.
— ¿De veras? ¿Qué
posibilidad tiene?
________ le disparó una
mirada asesina. Este era el hombre que había osado tocarla íntimamente cuando
se hallaba maniatada e indefensa.
— ¡Cerdo! — siseó, y
escupió a los pies de él.
La mirada de Hugh se volvió
venenosa. Instintivamente, levantó una mano para golpearla.
— Ya verás...
— ¡Hugh, basta! — exigió
Heloise.
Al mismo tiempo, ________
sacó el cuchillo de su cinturón y lo enfrentó con los brazos extendidos. Hizo
una mueca, desafiándolo a que se acercara.
— ¡La perra! — gruñó Hugh—
. ¡Tiene suerte de que yo no la haya elegido, o ahora estaría muerta! Y
probablemente él siente lo mismo por la expresión que tiene — añadió, ladeando
la cabeza en dirección al fondo del salón.
________ se volvió y vio a Tom
de pie en la abertura por donde ella había entrado hacía unos instantes. Tenía
el rostro ensombrecido y sus ojos hablaban de su furia helada. ¿Cuánto tiempo
llevaba allí? ¿Cuánto había oído? Janie estaba detrás de Tom, con expresión de
ansiedad. Era evidente que ella lo había traído. Oh, Janie, Janie. Quisisteis ayudarme, pero
creo que sólo me habéis traído más dificultades, se dijo _________,
desalentada.
Tom se le acercó
lentamente, con el disgusto reflejado en su rostro. Cuando estuvo junto a
ellos, ignoró a ________ y se dirigió a su madre, aunque no en su lengua
noruega.
— ¿Qué está haciendo ella
aquí?
— ¡Preguntadme a mí,
vikingo! — exclamó ________. El le dirigió su mirada de acero.
— Vuestros amigos Gorm y
Bayard la persiguieron hasta aquí, Tom — explicó Heloise rápidamente.
— ¿Y el cuchillo?
— Ella se lo quitó a
Bayard.
— ¡Yo puedo hablar por mí!
— interrumpió ________ con furia.
— Estoy seguro de que
podéis, mujer — replicó Tom en voz cortante— . Entonces, decidme: ¿Cómo os
encontraron? No creeré que mis amigos entraron en el cuarto de costura.
— Yo bajé.
— ¡Se os ordenó que no lo
hicierais! — le recordó él con dureza.
— ¿Entonces, es vuestra
intención dejarme morir de hambre? — preguntó ella con indignación, y sintió un
fuerte nudo en su garganta— Nadie me
llevó comida, de modo que bajé a buscarla.
Las facciones de él se
suavizaron apenas.
— Muy bien. Fue el descuido
de otro lo que hizo que os encontrasen. ¡Pero eso no os da derecho a robar un
arma, mujer!
— ¡Sólo lo hice para
protegerme!
— ¿De qué? — preguntó él
con brusquedad— . Aquí nadie va a lastimaros.
— ¡Quizá lastimarme no,
pero lo que pretendían era peor! — replicó ________.
— Lo que ellos pretendían
está permitido en esta casa, mujer — dijo Tom, con el entrecejo fruncido.
— ¿Entonces hubierais
permitido que me ultrajaran?
— Sí. Antes no he negado
ese placer a mis amigos, y no voy a empezar a negarlo ahora.
________ abrió sus grandes
ojos, en evidente confusión.
— ¿Entonces por qué me
mantuvisteis oculta de ellos?
— Quería daros tiempo para
que os adaptéis a vuestra nueva vida — repuso él con soltura, como si su
consideración debiera ser apreciada por ella— . Aún os daré tiempo.
Ella lo miró con desprecio
en sus ojos de un color gris borrascoso.
— ¡Nuevamente demostráis
que sois un tonto, vikingo, porque nunca me adaptaré a la vida a que queréis
obligarme! ¡No seré ramera de vuestros amigos!
Los ojos de él brillaron
con ira apenas controlada.
— Creo que ha llegado el
momento, mujer, de probaros quién es el amo aquí.
Por fin Heloise intercedió.
CHICAS.. aqui estoy de nuevo con un capi.. sorry si dije que iba a subir el sabado.. pero no pude.. pero ahora lo recompenso con este capi largo... espero les guste.. y como en aqui ya estan las peleas de tom y TN.. jaja espero les guste..
Cuidence
Las quiero
BYE =D
Buenisimoooooooooooo!!!
ResponderEliminarMe encanta esta FIc O_O Gracias por subir!!!
Amo la fic!! Es hermosaaa...
ResponderEliminarMe encanto como (tn) se defendioo.. Hay Tom como q dejaras q tus amios abusen de ella >.< esoi nooo ..pobre (tn)
Zorry por no comentar pero no me habia notificado q habias subido y recien hoy entre para saber xq no subias y me lleve la sorpresa q ya habias subidoo!!
Subeeee!! No tardes..
Bye cuidate :D