Lady ________ sabía que la...
esclavitud era el destino de las mujeres capturadas por los vikingos.
Brutalmente raptada por un hombre sin escrúpulos, ella había jurado vengarse,
enfrentarse a él hasta la muerte y no someterse jamás a su voluntad.
Lo malo es que ese Vikingo era padre de Tom Kaulitz....

domingo, 4 de noviembre de 2012

"CAPITULO 9"




________ fue despertada con rudeza cuando Yarmille irrumpió en la habitación.

— ¡Despertad! ¡Despertad muchacha, antes que él regrese y os encuentre todavía en la cama!

________ levantó la cabeza y vio que Tom ya no estaba a su lado. Después miró a la severa mujer de rostro duro que estaba de pie junto a la cama y le lanzó una mirada desdeñosa, se preguntó qué haría la mujer si la atacaba.  Probablemente correría gritando por su amo y ella todavía tenía que conocerlo, aprender si debía o no temerle.

— De prisa, muchacha, y vestíos — continuó Yarmille, y entregó a ________ una túnica de lana basta— . Tom ya no os quiere en su habitación. En realidad, no está nada contento con vos. No es sorprendente, con vuestro mal de ojo.

________ le dirigió una mirada penetrante, pero nada dijo. Había decidido seguir fingiendo ignorancia de la lengua de ellos. Si hablaban en su presencia creyendo que ella no les entendía, quizá pudiera obtener alguna información útil. Era difícil actuar así cuando ya sus labios ardían a punto de replicar, pero lo intentaría.

Yarmille se volvió hacia la puerta e indicó a ________ que la siguiese. Ruidos de jolgorio llegaban del piso inferior. Pasaron la escalera y entraron en una habitación pequeña del otro lado. Cuando Yarmille encendió varias lámparas de aceite de ballena para alumbrarse, ________ vio que estaban en un cuarto de costura, donde se hacían toda clase de cosas.

La habitación no era muy diferente del cuarto de costura de su casa, aunque ________ nunca había estado mucho tiempo allí. Sus ojos curiosos observaron los carretes de hilar con pesos de piedra esteatita, un telar para hacer tapetes, tablas de madera para tejer cintas, peines y tijeras de largos dientes. En un rincón había pilas de pieles de animales, y tintes en un estante.

— Tom ha ido a buscar a su padre, pero ordenó que os quedéis en esta habitación y no salgáis de aquí — dijo Yarmille, haciendo señas para explicar sus palabras— . Yo tengo mucho que hacer abajo, para preparar el festín, y no puedo vigilaros. Venid — se acercó a un gran telar en un rincón, sobre el que había un tosco tapete a medio terminar. Indicó claramente que ________ tenía que trabajar en él— Esto os tendrá ocupada.

— Me pudriré viva antes de tocarlo — dijo ________ en su propia lengua, con una sonrisa en los labios.

— Bien, bien — dijo Yarmille, devolviéndole la sonrisa— Tom pareció creer que me causarías problemas, pero yo no lo creo. Seréis útil y todo irá bien — se volvió para marcharse y añadió, en tono severo— Quedaos aquí..., aquí.

En seguida se marchó, cerrando la puerta tras de sí. ________ miró con expresión amenazadora el telar de tapetes y dijo en tono despectivo:

— ¡Bah! Si cree que me obligará a hacer trabajos de mujeres, esa vieja bruja tendrá más problemas de los que podrá manejar.

_________ registró distraídamente la habitación. Encontró varias tiras gruesas de cuero y las trenzó para hacerse un cinturón. Después peinó su pelo en una única trenza larga hasta sus caderas y la entrelazó con una fina tira de cuero para sujetarla.

Los sonidos que llegaban de la planta baja le recordaron a su casa, cuando su padre tenía invitados. Esto reavivó su dolor: hasta ahora, la cólera y la frustración lo habían tenido bajo la superficie. El recuerdo de la muerte de su padre y de la sangrienta escena que presenciara en su hogar aumentó su indignación.

— Oh, padre, fuisteis un tonto —  susurró— Los atrajisteis hasta nosotros con vuestro ofrecimiento. Quisisteis salvarnos y nos habéis destruido.

________ no quería llorar otra vez. Llevaría su duelo en lo más profundo de sí misma, pero no se lamentaría en voz alta, porque tenía otras cosas en qué ocupar sus pensamientos.

Decidió firmemente que no podía permanecer aquí. De alguna forma tenía que encontrar el modo de abandonar esta tierra dejada de la mano de Dios y retornar a su hogar. Necesitaría tiempo para aprender las características de la tierra y descubrir una vía de escape. También esperaba vengarse y quedaría más que satisfecha si podía lograr ambas cosas.

Involuntariamente, sus pensamientos fueron hacia el vikingo. Tom Kaulitz era un enigma. No había tomado parte en el engaño perpetrado contra su gente, pero constituía la más grande amenaza para ella. Estaba convencido de que era su dueño y que podía hacer con ella lo que quisiera. Pero ella no lo permitiría, ya lo vería él.

Ese hombre alto, viril, no la miraba con lujuria y eso, aunque un poco desconcertante, era una bendición. ________ sabía que él esperaba que ella se hiciera útil. Si por lo menos pudiera pensar en algo que no le importara hacer, no tendría dificultad en quedarse aquí para ganar el tiempo que necesitaba.

¿Pero qué había aquí que ella pudiera hacer?

________ abrió sigilosamente la puerta. Pensó que si abandonaba el cuarto de costura provocaría la ira de Yarmille. Pero siempre podría escudarse en su propia ignorancia y aducir que no entendía las instrucciones de Yarmille.

Los ruidos de la planta baja se hicieron más fuertes. Se preguntó si Tom ya había regresado. Si era así, también Anselmo  estaría allí. Destruir a ese hombre le produciría un inmenso placer; destruirlo, tal como él había destruido a la gente de ella. Pobres Fergus y Wyndham; Dunstas, quien se había mostrado renuente a pelear; y la dulce, querida Alane, que había sido como una madre para ________..., todos muertos. No por mano de Anselmo , ciertamente, porque él permaneció en la entrada del hall y sólo presenció la sangrienta batalla, pero, no obstante, él fue el responsable. Además, fue él quien partió en dos su preciosa espada dejándola indefensa por primera vez en su joven vida, sí Anselmo  debía morir. Ella encontraría la forma.

________ salió al ancho corredor y cerró la puerta, a fin de que nadie supiera que había abandonado la habitación. Al final del pasillo se abría otra puerta que daba al exterior y hacia allí se dirigió. Sus ojos observaron los edificios de abajo, pero no vio a nadie en los alrededores. En la distancia pudo ver el azul brillante del océano: un manto de diamantes parecía cabrillear en su superficie. A la izquierda estaba el fiordo y los prados que se extendían desde la orilla opuesta. En la cuesta descendente de la derecha había campos y forestas; casas pequeñas salpicaban ocasionalmente el paisaje.

________ consideró la conveniencia de bajar hasta el fiordo para ver si había algún barco allí. Con toda seguridad, necesitaría un barco cuando estuviera lista para marcharse, ¿pero cómo lo guiaría sola? Quizá pudiera ocultarse en uno cuando zarpara para una incursión a su tierra natal. Eso no sucedería hasta la primavera. ¿Podría esperar hasta entonces?

_________ descendió la escalera y caminó con vivacidad hacia los edificios pequeños que había detrás de la gran casa de piedra. Unos relinchos llegaron a sus oídos, y entró en un edificio, cuyas puertas estaban abiertas de par en par. Era un establo, con cuatro hermosos caballos en su interior.

________ quedó encantada. Un magnifico semental negro atrajo su mirada y ella se le acercó. Ahogó una exclamación cuando vio un anciano que estaba frotando a la bestia.

El viejo se incorporó, gimiendo y con una mano en la espalda. Una poblada barba le cubría la cara; la barba tenía mechones grises, lo mismo que su pelo de color arena. Unos suaves ojos castaños la miraron con intensidad.

— ¿Quién sois, muchacha? — preguntó el hombre en la lengua de ella.

—________. ________ Carmarham. ¿Trabajáis aquí? — preguntó ella mientras tendía una mano para que el caballo la olfateara.

— Sí, hace casi cuarenta años que vengo cuidando los caballos — repuso él.

— ¿Nadie os ayuda? —  El meneó la cabeza.

— No; desde que el amo se llevó la mayoría de los esclavos para venderlos cuando viajó a Oriente. A mí me dejó porque soy demasiado viejo para que den un buen precio por mí.

— ¿Habláis de Tom, el vikingo? —  preguntó ella— . ¿Es él al que llamáis amo?

— Sí. Es un joven bondadoso. Yo serví a su abuelo antes que a él. — dijo el anciano con orgullo.

— ¿Cómo podéis hablar bien del hombre que es vuestro dueño? — preguntó _________.

— Me tratan bien, muchacha. Tom es un joven ambicioso que trata de abrirse camino rápidamente, pero es un buen amo para todos nosotros.

________ no insistió en ese tema.

— ¿Estos son los únicos caballos?

— No, hay una media docena pastando en el prado. Y otros tres fueron tomados en préstamo por algunos amigos de Tom, los que navegaron con él y han ido a buscar a sus familias para el festín. Esos — señaló los otros caballos en el establo—  pertenecen a Anselmo Kaulitz, quien acaba de llegar, con su familia —  frotó los flancos del semental— Animal mejor que éste no he visto jamás.

— Sí, es magnífico — admitió prestamente ________. Miró con ansias al esbelto animal. El hombre secó el lomo del semental. Obviamente, el caballo acababa de llegar de una carrera.

— El amo lo trajo a casa consigo. Dijo que lo encontró en Hedeby. Seguramente le costó una bolsa bien llena.

________  asintió en silencio, pero sus pensamientos ya no estaban en el gran semental.

De modo que Tom se encontraba en la casa y Anselmo  estaba con él. Sin duda, también estaba su hermano Hugh, ese animal vulgar que se había atrevido a maltratarla delante de todos.

Con el entrecejo fruncido, ________ fue hasta la puerta del establo y miró con aprensión hacia la casa de piedra ¿Cuánto tiempo tenía? ¿El estaría buscándola o ni siquiera se molestaba, y la creía encerrada en el cuarto de costura? ¿Y por qué iba a buscarla? Había demostrado que no tenía interés, que ella sólo era una molestia para él. Hasta Yarmille dijo que ella no era del agrado de Tom.

_________ lo prefería así. Debía mantenerse discretamente a un lado y no llamar la atención.

Se volvió.

— ¿Cómo os llamáis? — preguntó al anciano, quien seguía atendiendo al semental con amorosos cuidados.

— Erin McCay.

— Bien, Erin. ¿Conocéis a la muchacha Janie? —  preguntó, con una cálida sonrisa.

— La conozco. Bonita muchacha esa Janie.

— ¿Dónde puedo encontrarla? Me cuidó cuando yo estaba encerrada, pero fui poco amable con ella y debo pedirle disculpas.

— ¿Estuvisteis encerrada? — la miró con curiosidad— . ¡Vaya! Vos sois la joven de Tom de quien las lenguas tanto hablan, la nueva...

— ¡Sí! — lo interrumpió ________ antes que él pudiera pronunciar la palabra que tanto detestaba.

— ¿Y os han desatado?

— Sí — dijo ella, asintiendo con la cabeza— . Ahora, ¿dónde está Janie?

— La muchacha está en la casa grande. Estará todo el día y la mayor parte de la noche ocupada, sirviendo en el festín.

________ arrugó el entrecejo.

— Este festín — dijo— , ¿cuánto durará? —  Erin sonrió.

      Podría durar días.

      ¿Qué? —  El rió por lo bajo.

— Sí — dijo— . Hay mucho que celebrar. El amo ha regresado sano y salvo y convertido en un hombre rico, y la familia está nuevamente reunida. En realidad, hay mucho que celebrar.

Una expresión de disgusto cruzó las facciones de ________. ¿Habían pensado tenerla todo ese tiempo encerrada, fuera de la vista? ¿Por qué Tom no quería que la vieran?

— ¿Puedo ayudaros, Erin? — preguntó de pronto.

— No, éste es trabajo de hombres.

________ se abstuvo de rebatirlo y en cambio preguntó:

— Si tengo el permiso de Tom, ¿me dejaréis trabajar con vos en el establo?

El alzó una ceja.

— Sabéis de caballos, ¿verdad?

— Sí — dijo ella y sonrió— . Tanto como vos, apostaría —  Estuvo un momento callada, y después dijo: — Cuando vivía en la casa de mi padre, cabalgaba todos los días por nuestros campos, saltaba arroyos y muros de piedra, me internaba en los bosques. Qué libre me sentía... entonces — se detuvo, y una expresión de enormes tristeza pasó por su cara. Sacudió la cabeza como si quisiera sacarse de encima ese sentimiento y miró una vez más a Erin — ¿Si trabajo con vos en el establo, me dejaréis montar los caballos?

— Sí, muchacha. Nada me agradaría más. Pero debo asegurarme de que contáis con el permiso del amo. De otro modo, nada podré hacer.

— Entonces, hablaré con él.

— Será mejor que esperéis hasta que el festín haya terminado. Ahora el amo debe de tener muchas copas adentro y podría no recordar tu petición o su respuesta.

Ella hubiera preferido proceder de inmediato, pero quizás Erin tenía razón.

— Así sea — dijo—  Esperaré.

— Y, muchacha, os sugiero que no entréis en el hall hasta que se hayan marchado todos los huéspedes. No será bueno para vos si os ven.

La curiosidad le hizo brillar los ojos. Primero, Tom dejaba órdenes de que permaneciera en esa pequeña habitación. Ahora este anciano le advertía que no se dejara ver.

— ¿Qué pasa conmigo que no debo dejar que me vean?

— _________, muchacha, debéis saber que eres una joven hermosa. Estos vikingos son unos libidinosos, muy afectos a las doncellas hermosas como vos. El amo es generoso con sus esclavas. Sus amigos ni siquiera tienen que pedir permiso para tomar a una de las mujeres, porque su hospitalidad es muy conocida.

— ¡No habláis en serio! — exclamó _________, apabullada.

— Es verdad, muchacha. En un banquete especialmente agitado, una pobre muchacha fue tumbada allí mismo, delante de todos, en el piso del hall.

________ abrió sus grandes ojos y su rostro adquirió una expresión de repugnancia.

— ¿Tom lo permitió?

— El hubiera impedido esa forma de diversión, pero estaba caído debajo de la mesa, según dicen, completamente borracho.

— ¿Y lo mismo sucedió?

— Sí, así que cuidaos, muchacha. No quisiera que os suceda lo mismo a vos.

— No temáis, Erin. ¡Yo no lo permitiré!

El anciano meneó la cabeza lleno de dudas y la observó mientras se alejaba.


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Tom ocupaba la cabecera de una larga mesa. Su padre estaba a su izquierda, de frente a la habitación, y su madre a su derecha. Su hermano Hugh también se encontraba allí, con su rolliza esposa a su lado. Alrededor estaban los amigos más allegados a Tom, los que habían navegado con él. Y en el extremo, sentábase su medio hermano Fairfax.

Tom miró pensativo a sus hermanos. Aunque se parecía a su hermano mayor en altura y constitución, él y su hermano menor tenían en común sólo los ojos, que eran los del abuelo, Ulric. Fairfax era menos de un año más joven que Tom, pero una cabeza más bajo; en esto salía a su madre, Yarmille.

Tom y Hugh disfrutaban de la rivalidad normal entre hermanos, aunque a veces se volvía un poquito exagerada. Sin embargo, el lazo fraternal era fuerte. Con Fairfax, Tom mantenía una relación diferente, de compañerismo y amistad, como la que compartía con Perrin, su amigo más íntimo.

Entre Hugh y Fairfax, en cambio, existía una auténtica antipatía y las tensiones usualmente eran altas cuando estaban juntos en una misma habitación. Hugh envidiaba a Fairfax el amor que le tenía su madre y Fairfax respondía a esa animosidad con igual hostilidad, como cualquier otro hombre.

Tom, a diferencia de Fairfax, se había ganado la admiración de Ulric y con ello esta casa y las tierras que la rodeaban. Fairfax no poseía nada más que la casita de su madre y un barco de pesca. Era sorprendente que el hermano menor no abrigara resentimientos por ello. Su vida era dura y todos los días trabajaba para asegurarse de que sobreviviría un poco más. Pero Tom sabía que su medio hermano lo prefería así. A Fairfax le gustaba la vida sencilla de pescador.

El skald terminó una canción humorística sobre las fechorías de Loki, a la que añadió pícaras coplas de su invención, y dejó a la multitud gritando su aprobación. Hasta Anselmo  tenía lágrimas en los ojos de tanto reír.  Heloise se inclinó hacia su hijo cuando el ruido disminuyó un poco y susurró en tono de broma:

— Sabéis, Tom, vuestro cuento de la tribu eslava que encontrasteis fue casi tan divertido como éste. ¿Estáis seguro de que no adornasteis un poco la verdad?

— ¡Por Thor, mujer! — exclamó Anselmo , que la escuchó— . Mi hijo no necesita embellecer sus relatos como yo — rió de su propia broma.

— No. Con vos, no se sabe dónde termina la verdad y empieza el cuento — replicó Heloise, y añadió pensativa— Como vuestro cuento de la joven celta. Me pregunto si todo lo que dijisteis es verdad.

Anselmo  la miró ceñudo desde el otro lado de la mesa.

— ¡Es verdad, señora! A ese cuento no tuve necesidad de embellecerlo.

Tom lo miró con curiosidad. Había relatado en detalles sus aventuras de viaje, pero todavía tenía que preguntar acerca de esa terca muchacha que había encontrado en su cama la noche anterior.

¿Cómo está la joven, Tom? — preguntó su madre— . La vi ayer y todavía estaba furiosa. Apenas quiso dirigirme la palabra.

— Bueno, lamento decir que ha encontrado su lengua — Anselmo  rió por lo bajo.

— ¿De modo que habéis probado un poco de su temple, eh?

Tom se volvió hacia su padre.

— ¿Temple? No, obstinación es una palabra más adecuada. ¿Ella es mía?

— Sí, sólo vuestra — Tom gruñó.

— Bueno, ella no quiere aceptarlo.

— No creí que lo haría — dijo Anselmo  y sonrió, haciendo que su hijo se pusiera ceñudo.

Le contó a Tom la captura de ________, una historia que ya había relatado muchas veces con placer. A los otros no pareció interesarles, pero Tom escuchó con mucha atención.

— ¿Por qué entonces, me la habéis dado a mí? — preguntó Tom finalmente.

Llenó su pichel de un gran caldero de hidromiel que había sobre la mesa.

— La muchacha, seguramente, me odia, porque debe culparme de su situación. La he visto manejar un arma y no la quiero cerca de mí para no tener que estar cuidándome siempre de ella.  Tampoco vuestra madre, a su edad, necesita estar soportando el carácter de esa muchacha. Hugh la quería, pero cambió de idea cuando ella enseñó sus zarpas. Sabía que yo quería dárosla a vos y eligió, entonces, a la hermanastra. Creo que vos podéis domar a la muchacha si queréis intentarlo.

Tom arrugó la frente.

— Si ella es todo lo que decís, ¿por qué habría yo de hacer el esfuerzo? Traerá más problemas de lo que vale y sería mejor venderla.

Ahora Anselmo  se puso ceñudo.

— ¿Entonces no estáis contento con ella? Cualquier otro hombre lo estaría.

— Sabéis lo que siento por las mujeres — replicó Tom ácidamente— . Esta no es diferente. Como propiedad es valiosa, sí. ¿Pero para mi placer? — meneó la cabeza con lentitud, negando la atracción que sentía por ella— . No, no la necesito.

_______ acababa de regresar al pequeño cuarto de costura cuando se abrió la puerta y entró una joven con una bandeja de comida. Un pelo opaco, de color naranja, caía desordenadamente sobre sus hombros. Cuando sus ojos azules encontraron los de _______, parecían muy cansados.

— ¿Janie?

— ¿De modo que ahora queréis hablarme? — dijo la joven con cierta sorpresa— Empezaba a creer que jamás lo haríais.

— Lo siento — dijo ________, contrita— . No quise haceros víctima de mi cólera. Sé que soy una carga más para vos.

Janie se encogió de hombros con gesto cansado.

— No estuvo bien que Yarmille os hiciera atar. Vos tuvisteis un motivo para estar resentida. Parece que todavía os debo seguir atendiendo, aunque habéis sido desatada.

________ sintióse aún más arrepentida, porque la mujercita parecía completamente exhausta.

— Yo me atendería sola — dijo— , pero me ordenaron que permaneciese aquí.

— Lo sé — Jame intentó sonreír— . Una muchacha tan hermosa como vos provocaría una conmoción allá abajo. Debéis tener mucha hambre. Yarmille se olvidó de vos y yo también, hasta hace unos minutos. Tomad — añadió, tendiendo a ________ la bandeja de comida— . Esto tendrá que bastaros hasta que pueda traeros más esta noche.

— ¿Podéis quedaros y platicar un poco? Quiero agradeceros por todo lo que habéis hecho por mí.

— No tenéis necesidad de agradecerme. Me ordenaron que os cuidara y atendiera, pero lo hubiera hecho de todos modos. Somos de la misma raza, vos y yo.

— Quedaos, entonces, un momento.

— No, no puedo, ________..., ¿puedo llamaros ________?

________ asintió en silencio.

— Hay demasiado que hacer allá abajo. Ya perdí media mañana en el cuarto de huéspedes — dijo con una mueca—  Esos hombres no se preocupan por la hora cuando quieren gozar.

_______ la miró marcharse. ¿Linnet, Cordelia y las otras también estaban sufriendo esta clase de tratamiento? ¿También la obligarían a ella a servir de juguete para los hombres?

— ¡No! ¡Jamás! — dijo en alta voz, antes de sentarse en el suelo con la bandeja, súbitamente consciente de su hambre— . ¡Que se atrevan!

Atacó la comida con placer y agradeció en silencio a Janie por haberse acordado de ella, puesto que nadie más la había tenido en cuenta. En el plato había dos gordas patas de faisán una media hogaza de pan achatado y untado con mantequilla, y un pequeño tazón de cebollas hervidas. La comida estaba deliciosa y sólo la arruinaba la bebida que le trajeron para acompañarla: un jarro de leche. ¡Leche, bah! ¿Janie la consideraba una criatura? Ansiaba beber un poco de cerveza o vino, por lo menos; pero leche, jamás.

Antes que ________ terminase la comida la puerta se abrió otra vez y ella levantó la vista y vio a Tom Kaulitz, apoyado despreocupadamente en el marco.  Estaba vestido con una túnica ceñida y pantalones de color azul, bordeados de piel de marta cebellina. Un ancho cinturón de oro con una gran hebilla incrustada de gemas azules le rodeaba la cintura y cruzaba su abdomen plano. Sobre su ancho pecho colgaba un enorme medallón de plata.

Los ojos de ________ fueron automáticamente a sus brazos desnudos. Vio mucha fuerza en los músculos tensos bajo la piel bronceada. Imaginó esos poderosos brazos estrechándola y atrayéndola hacia él, y su pulso se aceleró traviesamente con ese pensamiento. Pero esto fue rápidamente oscurecido por el recuerdo de las consecuencias que Cordelia le había descrito tantas veces.

Lo miró a los ojos y enrojeció al ver la expresión divertida de él. La había sorprendido estudiándolo: sintió como si también le hubiera leído el pensamiento.

— ¿Qué queréis, vikingo? — preguntó secamente para ocultar su turbación.

— Ver si vuestro carácter ha mejorado.

— ¡No ha mejorado ni mejorará! — replicó con vehemencia, recordando todas las cosas malas que había oído acerca de este hombre— . De modo que no necesitáis volver a preguntar.

Pese a la brusquedad de ________, Tom sonrió, y reveló dientes blancos y parejos y dos profundos hoyuelos en sus mejillas.

— Me alegra ver que habéis obedecido las órdenes de Yarmille y aprovechado vuestro tiempo. ¿Este es vuestro trabajo? — señaló el telar.

Ella siguió su mirada y habría reído si no hubiese creído que él hablaba en serio.

— No, nunca tocaré esa cosa — El ya no sonreía.

— ¿Por qué?

— Es trabajo de mujeres — dijo. Se encogió de hombros y siguió comiendo.

— ¿Ahora me diréis que no sois mujer?

Ella le echó una mirada que sugería que él era un tonto.

— Claro que soy mujer. Pero nunca hice trabajo de mujeres.

— ¿No es digno de vos, supongo? — preguntó él con tono sarcástico.

— Sí — respondió ella sin arredrarse. Tom gruñó y meneó la cabeza.

— Me dijeron que fuisteis ofrecida como novia mía. ¿Hubierais venido, sin saber dirigir una casa y sin asumir el papel propio de una esposa?

— ¡Sé dirigir una casa, vikingo! — estalló ella, con ojos tormentosos— . Mi tía me enseñó todo lo que hay que saber sobre trabajo de mujeres. Pero nunca puse en práctica esas lecciones. Y en cuanto a que fui ofrecida como novia vuestra, así fue. Pero sabed que la perspectiva me era odiosa y sólo accedí porque mi padre había dado su palabra a fin de que hubiera una alianza. ¡Por lo menos, nosotros hacemos honor a nuestra palabra cuando la comprometemos!

A él no se le escapó la ironía.

— Yo no tomé parte en el engaño — dijo——. ¿Me culpáis por ello?

— ¡No, yo culpo a quien lo merece! — dijo ella, escupiendo las palabras— ¡Un día él lo pagará!

Tom se sonrió de la amenaza. Su padre estaba acertado cuando decía que ella lo odiaba. Por la actitud desafiante de la joven, casi podía creer las otras cosas que también había contado Anselmo . Dejó que sus ojos la recorrieran lentamente de pies a cabeza. ¿Podía esta muchachita haber herido a un vikingo? No, no era probable. Su cuerpo esbelto estaba hecho para el placer, no para blandir una espada. Otra vez sintióse atraído por ella y eso lo irritó.

Ciertamente, era peligrosa..., no en sus amenazas, sino en su belleza. El no confiaba en las mujeres y sólo las tomaba cuando era fuerte la necesidad. De otro modo, las evitaba, y decidió que con ésta no sería diferente.

— Si no me culpáis, ¿por qué, entonces, dirigís vuestra cólera contra mí?

— ¡Sois un tonto, vikingo, si tenéis que preguntarlo! Me trajeron aquí y luego vinisteis vos y dijisteis que sois mi dueño. ¡Bueno, ningún hombre es mi dueño! ¡Ninguno!

— ¿De modo que volvemos a eso? — suspiró él y cruzó sus brazos sobre el pecho— No estoy listo para daros la prueba, mujer, pero cuando lo esté, sabréis con seguridad quién es el amo aquí.

Ella rió, pues sintió que la renuencia de él representaba una victoria.

— Sé que vos sois el amo aquí, vikingo. No pienso en otra cosa.

El brillo de sus ojos lo hizo sonreír.

— Mientras aceptéis eso, mujer, creo que podremos ahorrarnos muchas disputas — dijo, y se marchó.

Los dientes agudos de una pesadilla la despertaron. ________ se incorporó inmediatamente, lista para presentar batalla. Pero después de mirar a su alrededor, en la débil luz que se filtraba por la puerta entreabierta, se relajó en su improvisado lecho de pieles y quedóse mirando pensativa las oscuras paredes. ¿Era de mañana, o aún de noche? ¿Cómo podían estos vikingos beber toda la noche y todavía seguir bebiendo?

Los ruidos de su barriga la impulsaron a levantarse. ¿Acaso debería morir de hambre esperando que recordaran que estaba aquí? ¡Al demonio con ellos! Se buscaría su propia comida. Con los ojos brillantes de ira y determinación, salió de su lugar de confinamiento. No fue tan tonta de aventurarse por la escalera interior, porque la misma terminaba a la vista del hall. En cambio, siguió el camino que había hecho antes, por los escalones de piedra que llevaban al exterior, y después hasta la puerta abierta en el fondo de la casa, de donde salía un humo fragante.

_________ espió nerviosa el interior. Vio a dos mujeres, una vieja y la otra más joven, que hacían girar un cerdo entero en un asador. Detrás de ellas, Janie sacaba dos panes achatados de una bandeja de hierro de largo mango y los ponía con varios otros en un gran cesto que estaba sobre una mesa. A Yarmille no se la veía por allí, así que ________ entró con cautela en la habitación larga y angosta.

Janie abrió sus grandes ojos cuando la vio.

— ¡_________! ¡Oh, Señor, otra vez me olvidé de vos! Estuve tan ocupada — se disculpó—  desde que Yarmille me arrancó del sueño.

— No es nada, Janie. De todos modos, acabo de despertarme. ¿Qué hora es?

— Pasado el mediodía, y muchos otros también están despertándose — replicó Janie con cansancio, y se apartó de la cara el pelo rebelde.

— No es de extrañar que tenga tanta hambre — dijo _________, sorprendida de haber dormido tanto— . ¿Han seguido así toda la noche? — preguntó, señalando con la cabeza el hall, desde donde venían ruidos de francachela.

Janie suspiró.

— Sí — dijo— No se han detenido. Algunos quedaron desmayados por los excesos, pero la mayoría fueron lo bastante prudentes para retirarse y dormir un poco antes de continuar la celebración. Todavía hay algunos con los ojos enrojecidos, que siguen cantando con sus copas en la mano.

— ¿Cuándo acabarán?

Janie se encogió de hombros.

— Quizá mañana, espero. Pero será mejor que regreséis en seguida arriba, _________. Los hombres vienen de tanto en tanto hasta aquí para molestarnos. No convendría que os viesen aquí. Se han hartado de mí y de Maudya, quien aún está en el cuarto de huéspedes. Se volverían locos por una mujer nueva a la que no han probado todavía.

— Entiendo — replicó ________, segura de que Janie exageraba. Después de todo, Tom ni una vez la había mirado con interés.

— Ahora prepararé vuestra bandeja y la llevaré arriba.

— Muy bien.

_________ se volvió para marcharse, pero se había demorado demasiado. Detrás de ella oyó una risotada que sonó como el rugido de una bestia. Alarmada, miró por encima de su hombro y vio un gigante corpulento que venía pesadamente hacia ella. Otros dos estaban junto a la abertura del hall, riendo y alentándolo.

— ¡Corre, _________ — gritó Janie.

Aunque iba contra su naturaleza huir de nada, su sentido común le dijo que ésta no era una ocasión oportuna para intentar la resistencia, pues no tenía armas y era superada en número. Corrió hacia la puerta, pero ya había perdido demasiado tiempo debatiéndose consigo misma. El vikingo la aferró de su larga trenza y la atrajo con violencia hacia él.

— ¡Soltadme, maldito pagano! — exclamó ella.

Pero él se rió de su indignación y su inútil lucha; además, no entendió sus palabras. Ella tuvo que morderse los labios para no insultarlo en la lengua de él; eso habría estropeado sus planes, de modo que le siseó en su propio idioma, aunque de poco le valió, pues él la llevó nuevamente adentro. La tenía enganchada bajo el brazo como a una pieza de equipaje cuando cruzó el área de cocinar para reunirse con sus dos amigos en el hall, junto a la escalera. _________  notó que Janie ya no estaba en la cocina, pero de todos modos la muchachita no hubiera podido ayudarla.

  Vaya, Gorirn, habéis capturado una hermosa presa. Juro que este día tenéis la suerte de los dioses.

— Debe de ser la nueva esclava de Tom. Me pregunto por qué la ha tenido escondida hasta ahora — dijo otro.

El hombre que sujetaba a ________ soltó una carcajada.

— ¿La estáis viendo y lo preguntáis?

— No, Tom ya no se interesa por las mujeres desde que Morna lo defraudó.

— Sí, pero ésta es diferente.

— De acuerdo, Gorm. Sin embargo, Tom no haría uso de esta hembra como haré yo. Tampoco es posesivo con lo suyo. ¿Entonces, por qué tenerla escondida?

— Creo que ella se escondió. Por la forma en que se resistió, yo diría que no quería que la encontrasen.

— Anselmo  dice que pelea como un hombre.

— Con un arma, sí; pero ahora no tiene ninguna... ¡ay! — Gorm gritó, dejó caer a ________ al suelo y se llevó una mano al muslo donde ella lo había mordido.

— Puede pelear como un hombre con una espada en la mano, pero pelea como una mujer cuando no tiene ninguna! — dijo otro hombre, riendo a carcajadas.

________ se puso instantáneamente de pie, pero quedó en medio de los tres hombres, con el hall a sus espaldas. El gigantón que la había dejado caer la miró ceñudo y trató de sujetarla otra vez. ________ ya había sufrido su fuerza y no se iba a dejar atrapar de nuevo. Fingiéndose asustada, esquivó la mano tendida de Gorm y chocó con uno de los otros. Al hacerlo, tomó un cuchillo del cinturón de este hombre, lo arrancó fácilmente de la vaina y retrocedió, asegurándose de que ellos pudieran ver el metal brillando en su mano

— ¡Por Thor! Habéis sido burlado por una astuta hembra, Bayard.

El dueño del cuchillo lanzó a su amigo una mirada asesina.

— ¡Ella necesita que le den una lección!

— Hacedlo, entonces. Yo no tengo deseos de volver junto a mi esposa con una herida que no pueda explicar.

— ¿Gorm?

— Sí, estoy con vos, Bayard. Ella será la hembra más briosa que habré tenido.

— Entonces yo le tomaré el brazo que tiene el cuchillo mientras vos la sujetáis.

________ dividió su atención entre esos dos. Tontos, pensó despectivamente. Al hablar con entera libertad ante ella le daban un arma mejor que el cuchillo.

Estaba preparada cuando se le abalanzaron. Sostuvo el cuchillo delante de ella, y cuando Bayard saltó para tomarle el brazo, ella lo bajó como un relámpago y le lanzó una puñalada que le desgarró la túnica, la cual instantáneamente se tiñó de rojo.

— ¡Para que aprendas, cerdo! — dijo ________ a Bayard, escupiendo las palabras, aunque apuntó con el cuchillo a Gorm para mantenerlo a raya.

Ahora, la animosidad en las caras de los dos la volvió más precavida y lentamente retrocedió, alejándose de ellos. Sin embargo, se detuvo de pronto cuando encontró el cuerpo de otro vikingo. Demasiado tarde se dio cuenta de su equivocación. Estaba en el hall y un grupo de hombres la rodeaba. Se volvió como un relámpago antes que el que tenía detrás pudiera ponerle las manos encima, y rápidamente salió al descubierto.

El hall quedó envuelto en un manto de silencio. Los ojos de ________ miraron rápidamente a su alrededor y encontraron rostros atónitos. Nadie se movió, excepto Gorm y Bayard, cuya intención seguía siendo claramente maliciosa. Si todos se precipitaban a la vez, ella sabía que estaría perdida, aunque unos cuantos morirían en el proceso y por fin habría podido vengarse en cierta medida.

Por lo menos, ________ controlaba sus acciones. No la dominó el pánico, como hubiera sucedido a cualquiera que fuese tan ampliamente superado en número. Cuando un borracho se le acercó, ella giró como un rayo, pero no usó el cuchillo. En cambio, se levantó la falda y le dio un puntapié que lo envió tropezando hacia atrás. Una vez más enfrentó a sus dos contrincantes, quienes habían aprovechado la distracción para acercársele más.

En la estancia, de pronto todos rugieron de risa ante la ridícula humillación del borracho. La tensión aflojó un poco mientras se hacían comentarios sobre ________.

Muchos la conocían y quedaron asombrados al verla dispuesta a pelear nuevamente. Todos la miraban con curiosidad, a ella y a los dos atacantes, y notaban la sangre que manchaba la túnica de Bayard.

— Aplaudo la diversión, Bayard — la voz grave de Anselmo  llegó desde el otro extremo de la habitación— ¿Pero creéis prudente armar a una esclava?

Ante la obvia burla, la cara de Bayard se puso de un rojo brillante. Pero en vez de desafiar a un hombre tan poderoso como Anselmo , siguió con la farsa.

— No, pero fue lo menos que pude hacer para animar la fiesta. Muchos prefieren dormir en vez de seguir bebiendo.

Siguieron más risotadas y ________ vio con desconfianza que sus dos adversarios renunciaban a perseguirla y se mezclaban con los demás. Se volvió hacia la voz que reconoció fácilmente, con sus ojos grises encendidos por los fuegos del odio. En seguida vio a Anselmo , sentado en un ángulo de una de las mesas largas. Sus ojos se encontraron y ________ debió recurrir a toda su fuerza de voluntad para no gritar de rabia y atacarlo como hace un animal salvaje con su víctima.

— Dejad el cuchillo, _________.

Se puso tensa cuando oyó otra voz.

— ¡No, lo conservaré! — dijo.

— ¿De qué os servirá? — preguntó Heloise.

— ¡Me salvará de ser maltratada por esos asnos borrachos! — replicó, y miró una vez más a su alrededor antes de meterse el cuchillo en el cinturón.

— Si, supongo que sí. Pero Tom no permitirá que lo conservéis.

Los ojos de ________ se entornaron peligrosamente y su mano se apoyó en el mango del cuchillo.

— Si él trata de quitármelo, lo lamentará —  dijo secamente, y señaló con la cabeza en dirección a Anselmo — . Hablad por mí y decid a vuestro esposo que lo desafío. El puede elegir el arma porque yo las conozco a todas.

Heloise suspiró y meneó la cabeza.

— No, ________, no le diré eso.

— ¿Por qué? — ________ se puso ceñuda— . Serán mis palabras las que le diréis, no las vuestras.

— Un vikingo no pelea con una mujer. No hay ningún honor en ello — replicó Heloise con suavidad.

— ¡Pero yo debo verlo muerto! — gritó _________ con voz llena de frustración— . No es mi costumbre esconderme de un enemigo, así que debo pelearlo abiertamente. ¡El tiene que enfrentarme!

— El no luchará con vos, muchacha. Pero ten la seguridad de que conoce tus sentimientos.

— ¡Eso no basta! ¿No podéis comprender que estoy destrozada y que vuestro esposo es el responsable? Mis gentes están muertas por culpa de él... hombres con los que yo crecí, con quienes compartí el pan y a quienes amaba. El marido de mi hermana... ¡muerto! Hasta uno de vuestra raza que fue sorprendido allí... — se detuvo antes de revelar demasiado—  y que era un amigo. También él fue muerto. Y mi sirvienta, una anciana a quien yo amaba entrañablemente — ________ elevó la voz y sintióse turbada por el recuerdo— . ¡Cayó con un hacha en su espalda! Ella no era ninguna amenaza. Si un vikingo no pelea con una mujer, ¿por qué está muerta ella?

— Los hombres se vuelven salvajes cuando salen de incursión — respondió Heloise con tristeza—  Mueren muchos que no deberían morir y es una desgracia que eso suceda. Hay muchos arrepentimientos después. También Anselmo  está arrepentido.

________ la miró con incredulidad.

— ¿Cómo puede estarlo cuando mantiene a mi tía y mi hermanastra como sirvientas?

— ¿Y a vos?

— No, yo no serviré a nadie.

— Con el tiempo lo haréis, ________.

— ¡Antes moriré!

El estallido de ________ hizo que el hall quedara otra vez en silencio. Los hombres que la rodeaban no entendían sus palabras, pero conocían la furia cuando la veían. Hugh Kaulitz se acercó, temeroso por la seguridad de su madre.

— ¿Os está amenazando, madre? — preguntó.

— No, su furia es contra vuestro padre.

— No confío en una esclava armada con un cuchillo, especialmente ésta — replicó Hugh roncamente— . Distrae su atención y yo se lo quitaré por detrás.

— No, Hugh, dejadla — ordenó Heloise— . Ella está dispuesta a pelear ahora mismo. En realidad, es lo que desea — Hugh rió.

— ¿De veras? ¿Qué posibilidad tiene?

________ le disparó una mirada asesina. Este era el hombre que había osado tocarla íntimamente cuando se hallaba maniatada e indefensa.

— ¡Cerdo! — siseó, y escupió a los pies de él.

La mirada de Hugh se volvió venenosa. Instintivamente, levantó una mano para golpearla.

— Ya verás...

— ¡Hugh, basta! — exigió Heloise.

Al mismo tiempo, ________ sacó el cuchillo de su cinturón y lo enfrentó con los brazos extendidos. Hizo una mueca, desafiándolo a que se acercara.

— ¡La perra! — gruñó Hugh— . ¡Tiene suerte de que yo no la haya elegido, o ahora estaría muerta! Y probablemente él siente lo mismo por la expresión que tiene — añadió, ladeando la cabeza en dirección al fondo del salón.

________ se volvió y vio a Tom de pie en la abertura por donde ella había entrado hacía unos instantes. Tenía el rostro ensombrecido y sus ojos hablaban de su furia helada. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Cuánto había oído? Janie estaba detrás de Tom, con expresión de ansiedad. Era evidente que ella lo había traído.  Oh, Janie, Janie. Quisisteis ayudarme, pero creo que sólo me habéis traído más dificultades, se dijo _________, desalentada.

Tom se le acercó lentamente, con el disgusto reflejado en su rostro. Cuando estuvo junto a ellos, ignoró a ________ y se dirigió a su madre, aunque no en su lengua noruega.

— ¿Qué está haciendo ella aquí?

— ¡Preguntadme a mí, vikingo! — exclamó ________. El le dirigió su mirada de acero.

— Vuestros amigos Gorm y Bayard la persiguieron hasta aquí, Tom — explicó Heloise rápidamente.

— ¿Y el cuchillo?

— Ella se lo quitó a Bayard.

— ¡Yo puedo hablar por mí! — interrumpió ________ con furia.

— Estoy seguro de que podéis, mujer — replicó Tom en voz cortante— . Entonces, decidme: ¿Cómo os encontraron? No creeré que mis amigos entraron en el cuarto de costura.

— Yo bajé.

— ¡Se os ordenó que no lo hicierais! — le recordó él con dureza.

— ¿Entonces, es vuestra intención dejarme morir de hambre? — preguntó ella con indignación, y sintió un fuerte nudo en su garganta—  Nadie me llevó comida, de modo que bajé a buscarla.

Las facciones de él se suavizaron apenas.

— Muy bien. Fue el descuido de otro lo que hizo que os encontrasen. ¡Pero eso no os da derecho a robar un arma, mujer!

— ¡Sólo lo hice para protegerme!

— ¿De qué? — preguntó él con brusquedad— . Aquí nadie va a lastimaros.

— ¡Quizá lastimarme no, pero lo que pretendían era peor! — replicó ________.

— Lo que ellos pretendían está permitido en esta casa, mujer — dijo Tom, con el entrecejo fruncido.

— ¿Entonces hubierais permitido que me ultrajaran?

— Sí. Antes no he negado ese placer a mis amigos, y no voy a empezar a negarlo ahora.

________ abrió sus grandes ojos, en evidente confusión.

— ¿Entonces por qué me mantuvisteis oculta de ellos?

— Quería daros tiempo para que os adaptéis a vuestra nueva vida — repuso él con soltura, como si su consideración debiera ser apreciada por ella— . Aún os daré tiempo.

Ella lo miró con desprecio en sus ojos de un color gris borrascoso.

— ¡Nuevamente demostráis que sois un tonto, vikingo, porque nunca me adaptaré a la vida a que queréis obligarme! ¡No seré ramera de vuestros amigos!

Los ojos de él brillaron con ira apenas controlada.

— Creo que ha llegado el momento, mujer, de probaros quién es el amo aquí.

Por fin Heloise intercedió.


CHICAS.. aqui estoy de nuevo con un capi.. sorry si dije que iba a subir el sabado.. pero no pude.. pero ahora lo recompenso con este capi largo... espero les guste.. y como en aqui ya estan las peleas de tom y TN.. jaja espero les guste..

Cuidence
Las quiero
BYE =D

2 comentarios:

  1. Buenisimoooooooooooo!!!

    Me encanta esta FIc O_O Gracias por subir!!!

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  2. Amo la fic!! Es hermosaaa...
    Me encanto como (tn) se defendioo.. Hay Tom como q dejaras q tus amios abusen de ella >.< esoi nooo ..pobre (tn)
    Zorry por no comentar pero no me habia notificado q habias subido y recien hoy entre para saber xq no subias y me lleve la sorpresa q ya habias subidoo!!
    Subeeee!! No tardes..
    Bye cuidate :D

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