"CAPITULO 6"
El
caserío era rústico, por decir lo menos. Apenas a unos cuatrocientos metros del
fiordo se levantaba una gran casa sin ventanas hecha de madera, flanqueada por
varias casas más pequeñas y cobertizos para el ganado. En los campos, más allá
del caserío, había otras casas primitivas bastante separadas.
Unas
cuantas mujeres y niños, acompañados por muchos perros corrieron al embarcadero
para recibir a los hombres; otras esperaron cerca de la casa principal. ________
y las otras mujeres fueron atadas de las muñecas antes de desembarcar como si
fueran una carga ordinaria, y dos hombres las escoltaron hasta una de las casas
más pequeñas.
Todos
los ojos siguieron a la delgada figura de negro que caminaba con andar
orgulloso y sin temor. Las otras cautivas se movieron con lentitud. Fueron
empujadas al interior de la casita y la puerta fue cegada y asegurada desde
afuera. Quedaron rodeadas, de oscuridad.
—
¿Y ahora, qué pasará? — gritó Enid.
—
Si lo supiera, no estaría tan asustada —
respondió otra muchacha — Esto de no saber es lo más terrible.
—
Pronto lo sabremos, tened la seguridad
— dijo Cordelia con impaciencia — . ¡Esta oscuridad es insufrible!
¿Habéis visto que ninguna de esas casas tiene ventanas? ¿Estos valientes
vikingos tendrán miedo de la luz?
— Estamos muy al norte, Della — replicó Linnet — . Supongo que acá hace más
frío, que en todos los inviernos que habéis conocido. Las ventanas, no importa
lo bien tapadas que estuviesen, dejarían entrar el frío.
— Vos tenéis una respuesta para todo — siseó Cordelia con sarcasmo — . ¿Cuál será
nuestro destino, Linnet? ¿Qué será de nosotras?
Linnet
suspiró de cansancio. Estaba en el centro de la habitación junto a _______,
pero no podía ver nada en las negras tinieblas. No podía decir lo que temía:
que ahora, todas eran nada mas que esclavas. No había razón alguna para asustar
aún más a las jóvenes muchachas, porque sus sospechas todavía no estaban
confirmadas.
—
Como vos dijisteis, Della, lo sabremos muy pronto — respondió por fin Linnet.
________
guardó silencio, incapaz de ofrecer tranquilidad. Ella también adivinaba cuál
seria el destino de todas, pero su mente retrocedía ante esa posibilidad.
Su
frustración por su incapacidad de protegerlas cuando más la necesitaban la
hacían tener la boca cerrada en una fina línea ¿Qué podía hacer sin un arma y
con las muñecas atadas? Habían sido violadas y maltratadas, pero ella no había
podido impedirlo.
El
hecho de que no la hubiesen violado no le servía de mucho consuelo. Sólo podía
suponer que la reservaban para el casamiento convenido. Eso no sucederá jamás,
porque prefería morir a ser novia de un vikingo. Sólo deseaba vengarse y de
alguna manera lo lograría.
El
navío fue descargado, el botín encerado en la casa del tesoro y el ganado
llevado al campo. En la casa principal estaban preparando un festín. Un gran
jabalí giraba en un asador en el centro de la habitación. Las esclavas, se
afanaban en el área de cocinar preparando panes achatados y fuentes de pescado.
Los
hombres, reunidos alrededor de largas mesas en la estancia principal, no
perdían tiempo y hundían sus jarras en un gran recipiente de hidromiel. Algunos
se desafiaban a quién bebía más; otros apostaban a los bebedores. El gran sillón
en forma de trono de la cabecera de la mesa estaba vacío, pero la presencia de
Anselmo todavía no era echada de menos.
En
la casa de baños hervían calderos de agua sobre un fuego. El humo y el vapor se
combinaban para irritar los ojos. Una tina gigante, lo bastante grande para
acoger a cuatro o mas sin dificultad, estaba en el centro de la habitación.
Con
una copa de hidromiel en la mano, Anselmo
descansaba en la tina, con el agua hasta la cintura. Una bonita muchacha
esclava se inclinaba sobre un costado y le frotaba la espalda. Su hijo
primogénito, Hugh, estaba sentado en un banco contra la pared.
—
¿Seguro que no queréis acompañarme? —
preguntó Anselmo de mal humor, y
en seguida continuó — : Maldito fastidio, este baño ritual que me impone tu madre.
En cualquier otro momento no me importaría, pero ella sabe que estoy ansioso
por unirme al festín y lo mismo me obliga a venir primero aquí.
— No estáis solo, padre — repuso Hugh con una sonrisa — . Nos hace lo
mismo a mí y a Tom cuando regresamos de nuestras incursiones. Ella debe suponer
que la sangre de nuestros enemigos sigue adherida a nuestra piel y que debe ser
limpiada enseguida.
— Cualquiera que sea la razón — gruñó Anselmo
— Loki se ríe de mi disgusto. No sé por qué me someto a esto.
Hugh
rió abiertamente y sus penetrantes ojos azules brillaron con vivacidad.
— Habéis dicho más de una vez que vuestra
esposa gobierna el hogar y vos gobernáis el mar.
— Muy cierto, excepto que esa mujer se
aprovecha del poder que le he dado. Pero basta ¿Tom ha regresado?
— No.
Anselmo se puso ceñudo. La última vez que su segundo
hijo no había regresado para el invierno lo tomaron prisionero los cristianos.
Pero entonces él estaba haciendo incursiones de pillaje. La primavera anterior
a la última Tom había zarpado para probar suerte en el comercio, así que
Anselmo todavía no se afligiría, por lo
menos hasta que volviera el frío.
—
¿Y mi bastardo, Fairfax, dónde está?
— Pescando ballenas, frente a la costa — respondió secamente Hugh
—
¿Cuándo partió?
— Hace una semana.
— De modo que regresará pronto.
Hugh
se puso de pie. Era un hombre de treinta años, de contextura robusta, viva
imagen de su padre. Detestaba a su medio hermano y le molestaba cualquier
atención que su padre le dedicara.
—
¿Por qué te preocupas por él? Es verdad que su madre es una mujer libre, pero
él es lo mismo un bastardo, nada diferente de los que engendraste con las
esclavas.
Anselmo entornó sus ojos azules.
— Las otras son mujeres. Tengo solamente dos
hijos legítimos y a Fairfax. No me reproches mi preocupación por él.
— ¡ Loky se lo lleve! No es vikingo. ¡Es un
flojo!
— Mi sangre, aunque en poca cantidad, está en
sus venas. No volveré a hablar de ello. Ahora, decidme qué sucedió durante mi
ausencia. ¿Hubo problemas con el clan Borgsen?
Hugh
encogió sus anchos hombros y volvió a sentarse.
— Dos vacas fueron halladas muertas cerca de
los campos, pero no hubo pruebas que acusaran a los Borgsen. Pudo ser obra de
un esclavo descontento.
—
¿Pero vos lo dudáis, hijo?
— Sí. Lo más probable es que hayan sido Gervais
o Cedric, o uno de sus primos. ¡Nos están pidiendo, no, rogando represalias!
¿Cuándo nos daréis licencia para atacar?
— Esta diferencia se zanjará limpiamente — replicó Anselmo con fastidio — Nosotros
fuimos los últimos que atacamos abiertamente.
—
¿De modo que ahora les toca a ellos? —
dijo Hugh con voz cargada de sarcasmo — . i Thor! Que vos y Latham
Borgsen hayáis sido una vez amigos no es razón para conducir esta batalla con
honor. Han pasado años sin derramamiento de sangre.
— Estáis demasiado acostumbrado a combatir a
nuestros enemigos extranjeros, Hugh. Nunca habéis luchado con los nuestros. Se
hará con honor. Latham no puede ser culpado de lo que pasó, pero tiene que
responder por sus hijos y ponerse de su parte.
—
¿Olvidáis que perdisteis vuestra única hija legítima a causa de sus hijos?
— dijo Hugh.
— No lo olvido. Odín es mi testigo, un día los
otros pagarán como pagó Edgar. Pero no habrá ataques sigilosos, nada de juego
sucio. Se hará con honor — Anselmo se levantó de la tina y fue rápidamente
envuelto en una bata de lana por la hermosa esclava — ¿Supongo que también
aparecieron muertas dos vacas de ellos?
Hugh
sonrió y pareció relajarse.
— Sí —
dijo.
— Bien —
repuso Anselmo — . De modo que
otra vez les toca a ellos. Y ahora que Heloise no puede criticarme por nada, me
vestiré y me reuniré con vosotros en el festín.
— Me dijeron que regresasteis con cautivas.
— Así es. Siete en total.
— Siento curiosidad — continuó Hugh — . Dicen
que también venía un hombre pequeño con pelo negro muy largo. Ya tenéis
suficientes esclavos varones. ¿Por qué trajisteis a ése?
Anselmo rió por lo bajo y los ángulos de sus ojos se
arrugaron.
— Ese de quien habláis es una mujer. En
realidad, es la que ellos querían casar con vuestro hermano.
—
¿Eh? ¿Lady ________? Estoy ansioso por verla.
— Ella tiene un coraje que nunca había visto en
una mujer. Luchó con nosotros espada en mano y hasta hirió a Thorne. Fue un
espectáculo magnífico de contemplar.
— Yo la quiero.
—
¿Qué?
— Dije que la quiero — repitió Hugh — Tom detesta a las mujeres y
vos tenéis a Heloise. Mi esposa es tímida, lo mismo mis esclavas. Quiero una
mujer con espíritu.
— Ni siquiera la habéis visto aún — señaló Ansehn con los labios ligeramente vueltas
hacia arriba — Esta pequeña beldad tiene
mas espíritu del que podríais desear. Es malignamente hostil, llena de amargo
odio.
— Su espíritu puede ser doblegado — dijo Hugh, con los ojos brillantes de
anticipación — La quiero yo mismo.
— No es necesario que su espíritu sea doblegado
— dijo Anselmo con dureza — . Mi deseo es dársela a Tom Ella
es lo que él necesita para terminar con su odio a las mujeres —no añadió que ________
todavía era virgen, porque entonces Hugh seguramente la querría y como primogénito
tenía derecho a exigirla — . Hay una mujer de pelo rojizo y con espíritu que
puede ser mas de vuestro agrado. Tiene mejores curvas, como os gustan a vos y
es más complaciente.
—
¿Y si escojo a lady _________?
— Me agradaría que no lo hicierais, Hugh — le advirtió Anselmo .
— Veremos —
repaso Hugh, sin comprometerse cuando salían de la casa de baños.
_______________________________________________________________________________
La
puerta se abrió con violencia. El polvo se arremolinó y quedó flotando
suavemente en el rayo de luz solar, que cayó sobre el piso de tierra de la
pequeña casa.
Cuando
las prisioneras fueron sacadas al patio, todas se protegieron los ojos del sol
deslumbrador. Las escoltaron hasta la casa principal; las empujaron por la
puerta abierta que dejaba escapar el humo de los fuegos y las dejaron paradas
en el centro de la estancia atestada.
Linnet
reconoció a los hombres sentados ante dos largas mesas y en bancos contra la
pared. Eran del barco, Muchos estaban reunidos en el extremo de una mesa donde
se desarrollaba un juego. Un hombre grande, a quien no había visto antes,
examinaba un hermoso caballo gris que había sido traído a la habitación con las
mujeres. Linnet ahogó una exclamación cuando vio que era Willow, la yegua de ________.
Si ________ viera eso, Linnet no se atrevía a pensar en lo que su, sobrina
sería capaz de hacer.
Afortunadamente,
no Io vio. La joven miraba con disimulado odio a Anselmo el Ansioso y ni
siquiera miró las caballos cuando fueran sacados de la habitación.
Anselmo
ocupaba la cabecera de una mesa. Era servido por jóvenes muchachas vestidas de
lana rústica sin reñir, esclavas, sin duda. A su lado había una mujer no mucho
mayor que Linnet, lujosamente vestida de seda amarilla. Junto a ella estaba
otra mujer, joven y rolliza, con el mismo pelo rubio que tenía la mayoría de la
gente de aquí.
El
hombre alto que examinó a Willow vino donde estaban las prisioneras.
Empujó
a Linnet a un lado y se detuvo frente a _________. Le levantó el rostro para
examinarlo, como hiciera momentos antes con la yegua, pero ella lo golpeó en la
mano con sus muñecas atadas y con ojos llenos de furia lo desafió a que
volviera a tocarla.
_________
olió la masculinidad de él, el olor a sudor y a caballos. Se parecía tanto a
Anselmo el Ansioso que si ella hubiera
tenido un cuchillo le habría cortado alegremente la garganta, y al demonio con
las consecuencias. Miró con codicia la daga que colgaba del ancho cinturón del
hombre, pero la risa profunda de él la hizo levantar nuevamente la vista.
—
¡Por Thor, si que es bella!
— Tal como dije, Hugh — replicó Anselmo desde su lugar en la mesa
Hugh
se sonrió y se movió de izquierda a derecha para mirarla desde ángulos
diferentes. Los ojos de _________ no reflejaban ningún temor pese a que sabía
que estaba indefensa con las muñecas atadas adelante, a menos que pudiera
aferrar un cuchillo con ambas manos. Tan absorta estaba en este pensamiento que
no notó que Hugh se le acercaba aún más.
Susurrándole
al oído, de modo que nadie que entendiera su lengua pudiese oirlo, él dijo:
— Arrancaré esa expresión sanguinaria de
vuestros ojos, milady, Quebrantaré ese espíritu que tanto admira mi padre.
El
no pudo saber que ella entendió cada una de sus palabra.
_________
sintió mas irá, que deprecio por esta fanfarronería hasta que un brazo la
atrajo y él aplastó sus labios hambrientos contra los de ella Con una mano le
cubrió los pechos y los retorció cruelmente, mientas la ahogaba con su fuerza.
Los brazos de ella de nada le servían, atrapados entre su cuerpo y el de él,
pero sus dientes se cerraron sobre la lengua que violaba su boca. El se apartó
justo a tiempo y le dio un empujón, de modo que ella cayó entre las otras
mujeres.
— ¡Hija de Hell — gritó Hugh y se adelantó para golpearla, pero
fue detenido por Anselmo , quien gritó su nombre, Hugh bajó el brazo y se
volvió a su padre con aire acusador —
¡Ella quiso derramar mí sangre sin importarle que por eso habría muerto!
— Os advertí que está llena de odio — replicó Anselmo . — Un odio por el que sería capaz de morir
—
¡Bah! Está loca, creo. Dadla a mi hermano Tom, entonces, como es vuestro deseo.
El odia a las mujeres y gozará maltratando á ésta. Dejadlo que use este cuerpo
para descargar su odio y veremos si no se matan entre ellos. Yo tomaré la
hembra de pelo de fuego.
— Basta de charla, Hugh — dijo la mujer vestida
de seda amarilla en tono de reproche — . ¿Olvidáis que vuestra madre y vuestra
esposa están presentes?
— Perdonadme, señora — replicó Hugh sin amedrantarse — Lo olvidé,
ciertamente. He terminado aquí. Ahora podéis hacer como quiere mi padre e
interrogar a las cautivas.
— No estaba enterada de que necesitaba el
permiso de mi hijo para hacerlo —
replicó la mujer en tono frío y autoritario.
Fuertes
risotadas de los que escuchaban el diálogo irritaron a Hugh. Una mirada de
advertencia de su padre lo contuvo. Hugh abrió los brazos.
— Perdonadme otra vez, señora. Sé que no debo
entablar duelos verbales con vos.
________
hervía por dentro. Había oído con claridad lo que Hugh había dicho sobre ella,
tal como lo habían oído todos los que lo entendían. ¿ Darla a Tom? ¿ Dejarlo
que la maltratase con su odio a las mujeres? Bueno, muy pronto se enteraría de
que ella no toleraba los malos tratos. El hombre con quien creyó que se casaría
moriría si osaba tocarla, ¡Dios, cómo los odiaba a todos ellos!
Linnet
se mantenía alerta, aprensiva. Se esforzó para no interferir cuando el vikingo
empujó a _________, en la esperanza de que ese rudo tratamiento sacara por fin
a la joven de su rencoroso silencio. Pero no fue así. Deseaba fervientemente
poder entender lo que decían, y lamentó no haber acompañado a su sobrina
durante las lecciones de Wyndham. Ah, qué poco del futuro adivinaba entonces.
¿Cómo podría comunicarse con sus raptores y hasta descubrir su verdadera
situación, a menos que __________ quisiera hablar con ellos? Sólo ella conocía
su idioma.
La
ansiedad de Linnet fue aliviada momentos más tarde, cuando la dama vikinga
vestida de seda amarilla dejó la mesa y vino a pararse frente a ellas. Era una
mujer menuda, graciosa, con pelo castaño y ojos almendrados de color castaño
oscuro.
— Soy Heloise Kaulitz. Mi marido es
Anselmo el Ansioso, jefe de nuestro clan
y el hombre que os trajo aquí. Linnet, rápidamente se presentó y presentó a las
demás. Después preguntó:
—
¿Cómo es que habláis nuestra lengua?
— Como vos, fui traída a estas tierras hace
muchos años, aunque en mejores circunstancias. Fui prometida a Anselmo y nos casamos. Soy cristiana como supongo lo
sois vosotras.
—
¡Sí, por supuesto! — Heloise sonrió.
— Pero también venero a los dioses de mi
esposo, para complacerlo a él. Os ayudaré en todo lo que pueda, pero comprended
que mi lealtad está aquí.
Linnet
se hizo fuerte para formular la pregunta que dominaba las mentes de todas.
—
¿Qué será de nosotras?
— Por el momento, sois prisioneras de mi
marido. A él le corresponde decidir qué se hará con vosotras.
—
¿Entonces somos esclavas?— preguntó
Cordelia en tono altanero, aunque tenía pocos motivos para mostrarse arrogante.
Heloise enarcó una ceja en dirección a Cordelia
— Perdéis vuestros derechos cuando sois capturadas.
. Me sorprende que tengais necesidad de hacer esa pregunta. ¿Creísteis que
seríais traídas aquí y dejadas en libertad, y que se os darían casas y
propiedades? No, vosotras sois la propiedad. Perteneceréis a mi marido, o a
cualquiera a quien él decida daros. No me gusta mucho el término esclava.
Prefiero «sirvienta», no diferente de las que debéis de tener en vuestra
tierra.
—
¡Nuestros sirvientes eran libres! — dijo
Cordelia.
—
Podéis llamarlos libres, pero, en realidad, no lo eran. Y vos, mi muchacha,
será mejor que aprendáis rápidamente vuestro lugar, o nada bueno te ocurrirá.
— Ella tiene razón, Cordelia — dijo Linnet quedamente— . Por una vez, sujeta
tu lengua.
Cordelia
se volvió, malhumorada, y la ignoró. Heloise rió por lo bajo.
— Creo que vos y yo podemos hacernos amigas,
Linnet.
— Eso me agradaría — respondió Linnet con sinceridad. En este
momento necesitaba una amiga más que cualquier otra cosa.
—
Es lamentable que estéis aquí — continuó Heloise sin vacilar — . Pero espero
que os adaptéis rápidamente. Yo no apruebo las incursiones de pillaje de mi
esposo y su regreso con prisioneros, pero poco tengo que decir sobre esa parte
de su vida. Comprendo que vos y vuestra familia fuisteis engañados para que
creyerais que habría una alianza y lamento mucho eso.
—
¡Vuestra esposo dio su palabra! — interrumpió Cordelia otra vez — ¿Un vikingo no tiene honor?
¡Dolía!
— No la culpo por sentirse defraudada. Sí, mi
marido tiene honor, pero no para aquellos a quienes considera enemigos. El dio
falsamente su palabra a vuestro intermediario, el hombre que enviasteis aquí.
Sabed que mi hijo menor, Tom, fue tomado prisionero por vuestro pueblo y
tratado con crueldad. Desde entonces, mi esposo odia a los celtas. El no tenía
intención de cumplir su palabra cuando la dio. Nunca permitiría que nuestro
hijo se casara con una celta.
—
¿Ese hombre es Tom? — preguntó Linnet
con curiosidad, y señaló al vikingo alto —
¿El que miró de cerca a mi sobrina?
— No, ése es mi hijo mayor, Hugh. Tom no está
aquí, aunque si estuviera no sería diferente. No puede haber casamiento,
comprendedlo.
— Sí.
— Tom nada sabe de esto. El zarpó en la
primavera, antes que enviarais aquí a vuestro hombre. Siento sinceramente lo
que ha ocurrido, especialmente el engaño. Si pudiera cambiar vuestra suerte, lo
haría.
—
¿Permitiríais que ellos oyeran esas palabras? — Heloise rió.
— Ellos no pueden entendernos. Yo no enseñé mi
lengua a mi esposo; aprendí la suya. Mi marido sabe lo que siento hacia los
cautivos, sabe que no lo apruebo. Como podéis ver por las sirvientas que
tenemos aquí, todas las cuales fueron capturadas en una u otra ocasión, yo no
puedo detenerlo. Esta es nada más que otra parte de la vida vikinga.
—
¿Qué será de mi sobrina ?— preguntó
Linnet con honda preocupación.
— Será obligada a servir, como el resto de
vosotras — respondió Heloise y se volvió
a ________— . ¿Entendéis, criatura?
_________
nada dijo y Linnet suspiró.
— Es empecinada y rencorosa — dijo—. No aceptará lo sucedido.
—
Tendrá que aceptarlo — dijo gravemente Heloise —. Yo no os mentiré Si ella
creara dificultades, sería vendida inmediatamente en uno de los mercados lejos
de aquí, o sería muerta.
— ¡No! — exclamó Linnet.
_________
demostró su desprecio raudo a Heloise con hostilidad antes de volverse y caminar
muy erguida hasta quedar detrás del grupo
— No os aflijáis todavía — dijo Heloise — . A la muchachita se Ie dará
tiempo para adaptarse. Mi esposo admiró su coraje; él no desea que ellas sufran
daño alguno
Linnet
miró con preocupación en la dirección de ________
— Temo que ella misma se cause daño — dijo.
—
¿Que se quite la vida?
— No, que busque vengarse, Nunca he visto un
odio semejante. Ha permanecido silenciosa desde que nos tomaron prisioneras. Ni
siquiera me habla a mí.
— Su rencor es comprensible, pero no será
tolerado mucho tiempo.
— Vos no sabéis por qué ella está más llena de
odio que el resto de nosotras — dijo Linnet rápidamente — Su padre murió el día
antes del ataque y ella todavía tiene que recobrarse de eso. Nunca estuvo de
acuerdo con el casamiento con vuestro hijo, pero su padre había dado su palabra
y ella estaba decidida a hacer honor a la misma. De modo que estaba dispuesta a
recibir a su prometido, no a vuestro esposo, quien nos atacó sin advertencia. _________
vio demasiadas muertes ese día. Su cuñado, sus sirvientes, murieron frente a
ella. Oyó los gritos de Cordelia y los míos cuando... cuando...
— Entiendo. Continuad.
— Y entonces _________ fue vencida Para
comprender lo que eso fue para ella, debéis saber que nunca había sido vencida
antes. Era la hija de su padre, criada sin su madre, quien murió al traerla al
mundo. El no sabía nada de criar hijas y le enseñó todo lo que le hubiera
enseñado a un hijo varón. Ese día, cuando fue derrotada, supongo que sintió
como si le fallara a su padre. Y después, su sirvienta personal, una mujer que
era como una madre para ella, fue brutalmente asesinada. Entonces _________
gritó y lloró histéricamente por primera vez en su vida. Ahora debe de sentir
vergüenza, no por eso, sino por haber sido incapaz de ayudar y socorrer a su
gente. Desde entonces se mantiene callada y taciturna.
— Es una lástima — admitió Heloise, con sus ojos oscuros
pensativos — Pero es una joven inteligente, ¿verdad? Comprenderá que no tiene
otra alternativa que aceptar lo que le ha sucedido.
—
¿Por qué iba a aceptar? — preguntó
Cordelia, después de escuchar en silencio todo el tiempo que pudo — . ¿Qué hay
aquí para ella, o para cualquiera de nosotras? ¿Pero ________? ja! No sabéis lo
que es el orgullo si no la conocéis. Miradla ahora. No quiere dirigiros la
palabra y mucho menos querrá serviros. ¡Primero tendréis que matarla!
Heloise
sonrió y miró a Cordelia con ojos duros.
— Si ella quiere servir o no, no es asunto mío.
Ella ha sido dada a Tom e irá a la casa de él. Vos, por vuestra parte, caéis
bajo mi dominio, puesto que Hugh os ha escogido, y él y su esposa viven aquí en
mi casa. Hugh es vuestro dueño, pero yo gobierno esta casa y vos seréis
responsable ante mí.
Cordelia
se puso de color ceniza, pero no dijo nada. No le gustaba quedar bajo las
órdenes de esta mujer, pero había visto la mirada que el poderoso Hugh le
dirigiera. Quizá no todo estaba perdido.
—
¿Se me permitirá acompañar a _________? —
preguntó Linnet con ansiedad.
— No. Mi marido desea guardaros para él. Vos
también os quedaréis aquí.
Linnet
se ruborizó intensamente.
— Yo... yo... —
no pudo terminar.
— No os aflijáis, Linnet. No soy mujer celosa.
Aquí es común que nuestros hombres quieran solazarse con sus esclavas. Creo que
no somos los únicos, que es igual en todo el mundo. Algunas mujeres no quieren
tolerar en sus casas a las concubinas de sus maridos, pero yo no soy de ésas.
De modo que quedaos tranquila. Aún sigo sosteniendo que seremos amigas.
—
Gracias.
—
En cuanto al resto de vosotras — dijo
Heloise, otra vez con voz llena de autoridad — permaneceréis en mi casa por un
tiempo, no muy largo. Cuando mi marido decida, seréis dadas a amigos de él, a
aquellos que lo han servido fielmente. De hecho creo que vuestra suerte será
como seguramente imagináis. Con el tiempo, todas os acostumbraréis.
O_O omg que CAPITULOOOO!! me encanto!!
ResponderEliminarme encanta la historia!! ejejjeejej me guta me guta!!!
Gracias por dejarnos leer esta historia que me imagino q te encanta a vos tambien!! Saluditos
Esta interesantisimaa la fic.. Me encantaa!!
ResponderEliminarYa kiero que se conoscan..
Siguelaaa..
Que bueno q ya estas mejor..
Bye :-)
WOOOOW esto se pone cada vez mejor!! ajjaja no puedo creer lo que hugh le hizo a ______ y me mato como se lo saco de ensima jaja
ResponderEliminarMe encanta esta historia!! espero q la sigas pronto quiero q al fin se conozcan!
Bye y cuidate C:
hola, lo siento por no haberte comentado pero ya estoy aqui de regreso xD bueno cuidate y suguela chau
ResponderEliminarno que se encuentren mañana si??
ResponderEliminarporfavor!! :D me cae muy mal el padre y el hermano de Tom espero que no maltrate a Tn... sube prooontoo
te cuidas:)