Lady ________ sabía que la...
esclavitud era el destino de las mujeres capturadas por los vikingos.
Brutalmente raptada por un hombre sin escrúpulos, ella había jurado vengarse,
enfrentarse a él hasta la muerte y no someterse jamás a su voluntad.
Lo malo es que ese Vikingo era padre de Tom Kaulitz....

lunes, 22 de octubre de 2012

"CAPITULO 1"




Unas pocas millas tierra adentro de la costa oeste de Gales, y a la izquierda de la isla de Anglesey, había una aldea en medio de un pequeño claro. Sobre una escarpada colina que dominaba a la aldea se erguía una imponente mansión señorial. El edificio de piedra gris miraba a la aldea desde arriba, casi como una madre que vigila a sus hijos con ojos alertas.

La aldea se calentaba bajo el sol lujurioso del verano. No así la mansión de la colina, que permanecía fría y altanera pese a que el sol acariciaba sus muros grises. Los viajeros que cruzaban la campiña tenían a menudo la misma impresión de frialdad. Hoy no era diferente.

Un desconocido se encaminaba hacia el centro de la aldea, sin apartar la vista de la mansión. Pero pronto la actividad alrededor del forastero desvió su atención de la madre protectora de la colina. Gradualmente, su inquietud desapareció para ser reemplazada por la sensación de que pronto sería favorecido con algo que hacia tiempo le faltaba. Más de una vez se volvió en círculo para que sus ojos endurecidos se regalaran con la pacífica tranquilidad, la docena o más de cabañas muy cerca unas de otras, los niños que corrían aquí y allá en sus juegos inocentes, y las mujeres ¡ah, las mujeres!

Enseguida divisó cinco o seis que eran de su agrado. Ellas ni siquiera lo miraron, ocupadas en sus tareas cotidianas. El desconocido, con los pantalones ceñidos por correas, pero en un estado deplorable, con una sucia piel de lobo que le servía de capa, apenas podía creer lo que veían sus ojos. No había un hombre a la vista, ni una solo. ¡Y las mujeres tantas, y de todas las edades! ¿Habría tropezado con una antigua aldea de amazonas? Pero no. Había otros, varones y mujercitas. Los hombres debían de estar trabajando en los campos, en alguna parte hacia el este, porque no había visto ninguna en su camino.

— ¿Puedo ayudaros en algo, buen señor?

Sobresaltado, el desconocido se volvió rápidamente para encontrarse con una sonrisa radiante, curiosa, de alguien que calculó que no podía tener más de dieciséis inviernos. La jovencita se adaptaba perfectamente a sus gustos, con su pelo rubio prolijamente trenzado y grandes ojos verdes en una cara inocente, angelical. Empezó a examinarla pero sólo por un segundo, a fin de que la muchacha no sospechara de sus intenciones. Pero en ese instante fugaz, esos pechos maduros que presionaban debajo de la blusa maltón y esas caderas anchas y macizas, le causaron un oscuro dolor en la entrepierna.

Como el forastero no respondió, la niña habló otra vez:

  Hace meses que un viajero no pasa por aquí... desde que pasaron los últimos que venían de la isla de Anglesey en busca de nuevos hogares. ¿También vos venís de Anglesey?

  Sí, aquello ya no es lo mismo —  replicó por fin el hombre.

Oh, hubiera podido muy bien contarle sus infortunios si estuviera con ánimo, pero pronto ella tendría los suyos, si él conseguía lo que anhelaba, y no era un oído compasivo lo que él necesitaba.

— ¿Dónde están los hombres de tu aldea? No he visto ni siquiera un anciano pasando el tiempo al sol.

La jovencita sonrió tristemente.

  Los viejos cogieron la fiebre hace dos inviernos y ya no quedan más – dijo después de un instante — Muchos viejos y jóvenes murieran aquel año —  enseguida, su sonrisa se iluminó — . Esta mañana fue avistado un jabalí, y los hombres que quedan han salido a darle caza. Esta noche habrá un festín y seréis bienvenido si queréis participar.

La curiosidad impulso al hombre a preguntar:

— ¿Pero no hay campos que atender? ¿O acaso un jabalí es más importante?.

La joven rió sin timidez.

— Seguramente, debéis ser hombre de mar, o sabríais que las cosechas se siembran en primavera y se recogen en otoño, con poco que hacer en el medio.

Un profundo surco apareció en el entrecejo del hombre.

— ¿Entonces, esperáis que los hombres regresen enseguida?

  Oh, no. No si pueden evitarlo —  río —  Se demorarán todo lo posible con la caza a fin de disfrutarla más. No es frecuente que un jabalí llegue tan cerca.

Las facciones del hombre se relajaron un poco y sus labios delgados se curvaron en una sonrisa.

— ¿Cómo os llaméis, muchacha?

  Enid —  replicó ella prestamente.

— ¿Y tenéis  esposo, Enid?

Ella se ruborizó deliciosamente y bajó la mirada.

  No, señor. Todavía vivo con mi padre.

— ¿Y él está con los demás?

Los verdes ojos de la muchacha brillaron otra vez, llenos de picardía.

— ¡El no se perdería la caza por nada del mundo!

Mucho mejor, pensó el hombre antes de hablar.

  He viajado desde muy lejos y el sol de la mañana calienta mucho, Enid. ¿Podría descansar un rato en vuestra casa?

Por primera vez ella pareció nerviosa.

  Yo... no sé...

  Sólo unos pocos minutos, Enid —  añadió rápidamente él.

Ella pensó un momento.

  Estoy segura de que mi padre no se enfadará — — dijo, y se volvió para abrir la marcha.

La casita donde entró era muy pequeña: una única habitación, con un tabique improvisado que separaba dos jergones para dormir en un rincón del suelo de tierra. Un ennegrecido fogón de piedra ocupaba la pared; dos toscas sillas y una mesa de madera estaban frente al fogón. Sobre la mesa había dos cálices exquisitamente cincelados e incrustados con piedras semipreciosas, que atrajeron la mirada del hombre. Fácilmente, valían una pequeña fortuna; no logró entender como podían haber llegado hasta esta humilde cabaña.

Enid observó al hombre con curiosidad cuando él miró los presentes que ella había recibido del señor de la mansión por sus servicios alegremente ofrecidos. El alto desconocido era apuesto. Y aunque obviamente no era rico, tenía una espalda fuerte y podría servirle muy bien como marido. Ella tenía pocas posibilidades de encontrar esposo en su propio pueblo, porque todos los candidatos ya habían probado sus encantos, y aunque no la encontraban falta de atractivos, ninguno la habría tomado por esposa sabiendo que sus amigos también la habían saboreado.

Enid se sonrió secretamente mientras preparaba el plan. Hablaría con su padre cuando él regresara, y le expondría. sus proyectos. El sentía pena por la situación de su hija y ansiaba tener un yerno que le ayudara en el campo.

Juntos podrían persuadir al desconocido para que se quedara un tiempo. Después, Enid usaría su astucia para sacarle una propuesta de casamiento. Esta vez, sí, esta vez tendría primero la boda y después la diversión. No añadiría otro desliz a su larga lista.

— ¿Deseáis beber un poco de cerveza para calmar vuestra sed, señor? – preguntó con dulzura, atrayendo una vez más la atención del hombre.

  Sí, os lo agradeceré mucho —  dijo él, y aguardó pacientemente que ella le pusiera la copa en las manos. El hombre dirigió una mirada nerviosa al portal y, viendo la puerta de paja trenzada sacada de sus goznes y apoyada en la pared, terminó la cerveza enseguida. Sin decir palabra, fue hasta la puerta y la puso en su lugar, impidiendo la entrada al sol de la mañana. Se percató de que la puerta no estaba hecha para brindar protección sino, simplemente, para detener el frío y el calor y, muy conveniente para las miradas indiscretas.

  La mañana esta calurosa — dijo a manera de explicación, y la niña lo aceptó, en lo más mínimo asustada.

— ¿Queréis algo de comer, señor? No me llevará mucho tiempo prepararos algo.

  Si sois tan amable—  repuso él y sus labios delgados se curvaron en una sonrisa de agradecimiento. Pero secretamente admitió que la comida podía esperar: sus riñones, no.

La niña le volvió la espalda y fue hacia el fogón. En ese momento él sacó un cuchillo de abajo de su túnica y se puso detrás de ella. El cuerpo más bien bajo de Enid se puso rígido cuando el cuchillo le tocó el cuello y el pecho del hombre le apretó la espalda. No temió por su cuerpo, como hubieran temido la mayoría de las jóvenes de su edad, sino por su vida.

  No grites, Enid, o tendré que haceros daño —  dijo él lentamente, poniendo una mano debajo de uno de los pechos redondeados — . Y a cualquiera que venga a ayudaros. Es poseeros lo que deseo, nada mas.

Enid ahogó un sollozo al ver que sus planes recién formados se disolvían con las palabras de él. Un sueño de vida tan corta. . tener por fin un marido.



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Un poco al sur de la aldea, una figura solitaria caminaba cojeando entre los árboles, murmurando juramentos a cada paso que daba. Al caballo que hacía rato había derribado a su jinete no se lo veía en ningún sitio, pero el joven lo mismo giró en redondo levantando un pequeño puño y maldiciendo en alta voz.

— ¡Ya te atraparé, bestia mal enseñada!

Más herido estaba el orgullo que las posaderas sobre las que había aterrizado el jinete. Con una mano firmemente apoyada en el área dolorida, el muchacho siguió caminando hacia la aldea y, viendo un lugar donde podría descansar, irguió orgullosamente la cabeza y soportó las miradas curiosas de los aldeanos.

Una mujer se acerco y sin hacer la pregunta obvia —  qué le había pasado al caballo del joven —  dijo

— Tenemos un visitante. _____________(Tiene que ser tu nombre, pero como si fuera de hombre). Enid le da la bienvenida.

Los fríos ojos grises fueron hasta la cabaña de Enid y volvieron a la mujer.

— ¿Por qué se encerraría?

La mujer sonrió con expresión de enterada.

— Vos conocéis a Enid

— Sí, pero ella no concede sus favores a extraños.

Sin otra palabra, el joven, espada en mano, cubrió la corta distancia hasta la cabaña de Enid e hizo a un lado la puerta cerrada. Pocos momentos le bastaron a los ojos grises para adaptarse a la oscuridad del interior de la cabaña, pero enseguida se posaron en la pareja en el rincón, ignorante de la intrusión. El desconocido estaba montado sobre Enid y agitaba sus muslos flacos como un jabalí en celo.

Al principio los ojos grises quedaron fascinados observando el acoplamiento de las dos criaturas, el frenético pujar del macho entre los muslos abiertas de la hembra, y escuchando los gemidos y gruñidos que salían del rincón. Pero entonces un relámpago de plata llegó a los ojos grises, y como nubes anunciadoras de una tormenta inminente, los ojos del joven se oscurecieron y vieron el cuchillo en la mano del desconocido.

Sin pensarlo dos veces, el joven cruzó la habitación con pasos decididos, levantó la espada y pinchó diestramente el trasero del violador. Un grito resonó en la cabaña y el hombre saltó dejando libre a la acobardada Enid, dispuesto a enfrentar a su atacante.

Enid ahogó una exclamación cuando vio la razón de que el extraño hubiera saltado.

  ______________, ¿qué hacéis aquí?

El joven, firmemente plantado sobre sus piernas separadas, respondió sin emoción:

  Ha sido afortunado, supongo, que la jaca a la que llamo Willow me haya derribado, o no habría llegado a tiempo para ver que se hiciera justicia. El os forzó, ¿verdad?

  Sí —  dijo Enid y no pudo contener los sollozos de alivio que sacudían su cuerpo.

  ¡ La muchacha no era virgen! —  dijo el extraño con furia y con ambas manos aplicadas a su trasero sangrante.

El hombre dedujo fácilmente que éste no era el padre de la muchacha sino apenas un muchacho, un muchacho muy joven por el sonido agudo de su voz. Evidentemente el muchacho no era de la aldea porque su riqueza se notaba en el manto finamente bordado que cubría la túnica de plata del mismo color que los ojos airados de su dueño. La espada que había herido al desconocido era como éste no había visto nunca: un espadón, seguramente, pero excepcionalmente fina y ligero, con centelleantes gemas rojas y azules incrustadas en la empuñadura.

— Que ella no haya sido virgen no os daba derecho a tomarla. Sí, es sabido que Enid es generosa con sus favores —  dijo el joven, y en voz más baja añadió— pero sólo con quienes ella elige. Ella os acogió con hospitalidad y vos le pagasteis de la manera más indigna. ¿ Cuál será el castigo, Enid? ¿Le corto la cabeza, y la pongo a vuestros pies, o quizá ese órgano encogido que se erguía tan orgulloso hace un momento entre vuestras piernas?

El hombre, furioso, estalló:

— ¡Por eso os arrancaré el corazón, muchacho!

Salieron risitas de un grupo de mujeres que se habían reunido en el vano de la puerta al oír los gritos. La cara del hombre desnudo se puso lívida de rabia. Para aumentar su humillación, la risa del joven se unió a las demás.

Entonces, para sorpresa de todos, Enid habló con indignación.

— _______________, no debierais reíros de él.

Las risas cesaron y el joven le dirigió una mirada de desprecio.

— ¿Por qué, Enid? El desconocido obviamente cree que es rival para mí. Yo, que atravesé con la lanza mi primer jabalí cuando tenía nueve años, y que maté cinco bandidos con mi padre cuando quisieron robar vuestra aldea Yo, que he tenido una espada en la mano desde que aprendí a caminar, que he sido diligentemente entrenado para los rigores de la guardia. Este violador de mujeres cree que puede arrancarme el corazón con ese juguete que tiene en la mano. ¡Miradla! Podrá ser alto, sí, pero no es mas que un cobarde llorón.

Este último insulto arrancó al hombre un rugido de furia y se abalanzó, cuchillo en mano, el brazo levantado, decidido a cumplir su reciente amenaza. Pero el joven no se había jactado sin motivo y se hizo a un lado con gracia y agilidad. Un leve giro de la espada dejó una larga huella sangrienta en el pecho del hombre. Esto fue seguido por un fuerte puntapié en su trasero ya lastimado.

  Quizá no un cobarde, pero sin duda un patán chapucero —  dijo el joven en tono burlón cuando el hombre se estrelló contra la pared opuesta — ¿Habéis tenido bastante, violador?

El cuchillo cayó de la mano del hombre cuando chocó con la pared, pero él volvió a tomarlo rápidamente y cargó de nuevo. Esta vez la larga hoja del joven cortó hábilmente desde la izquierda y el hombre miró furioso la X perfectamente formada sobre la mitad superior de su pecho. Las heridas no eran profundas pero bastaban para cubrirle el pecho y el abdomen con su propia sangre pegajosa.

  Sólo hacéis arañazos, muchacho —  gruñó el hombre — . ¡Mi acero, aunque pequeño os hará una herida mortal!

Como ahora estaban separados nada más que por unos treinta centímetros, el hombre vio su oportunidad y rápidamente se lanzó sobre el cuello delgado y blanco de su enemigo. Pero el otro se hizo a un lado con la gracia de un matador que se aparta del camino de un toro en embestida. El cuchillo del hombre cortó el aire vacío y un segundo después fue arrancado de la mano con un fuerte golpe y cayó en el suelo, fuera del alcance de su dueño.

El desconocido quedó mirando a Enid, quien le devolvió la mirada sin compasión.

— ¡Tonto! ____________ sólo estaba jugando con vos.

El vio la verdad de esas palabras y se puso visiblemente pálido. Y aunque lo enfurecía ser tomado a broma por un simple muchacho, ahora temió por su vida. Se volvió hacía el joven y rogó que el golpe mortal fuera rápido. No había misericordia en esos fríos ojos grises que lo miraron, y la carcajada que brotó de esos labios suaves, sensuales, le heló la sangre,

— ¿Como os llamáis?

— Donal. Donald Gillie —  respondió prestamente.

— ¿Y de dónde venís?

— Anglesey.

A la mención del nombre, los ojos grises se entornaron.

— ¿Y estuvisteis allí el año pasado, cuando los malditos vikingos atacaron la isla de Holyhead?

— Sí, fue horrible ver tanta carnicería y...

— ¡Callad! No os pedí un relato de lo que hicieron los bastardos. i Sabed esto, Donald Gillie! Vuestra vida está en las manos de la doncella —el joven se volvió a Enid — . ¿Qué se hará? ¿Terminaré ahora mismo sus días de violador?

— ¡No! — exclamó Enid.

— ¿Deberé entonces mutilarlo por lo que os ha hecho? ¿ Cortarle un brazo? ¿Una pierna?

— ¡No! ¡No, _____________!

— ¡Es menester hacer justicia ahora mismo, Enid! —  dijo el joven con impaciencia — Mi justicia es menos severa que la de mi padre. Si hubiera sido lord Angus quien lo encontró regocijándose entre las piernas, lo habría atravesado con un palo y dejado para que lo comieran los lobos. Yo he jugado con él, sí, pero con mis propios ojos he visto su crimen y él tendrá que pagarlo.

Enid alzó sus ojos grandes y llorosos. Donald Gillie permanecía con los hombros caídos, aguardando su destino. La lisa frente del joven se arrugó sumida en reflexiones y entonces los ojos grises se iluminaron con una solución.

  Yo decidiré, entonces. ¿Aceptaríais al hombre por marido, Enid?

El susurro, apenas audible, no tardó en venir.

— Sí.

— ¿Estáis de acuerdo, Donal Gillie?—  los ojos grises lo traspasaron con fiereza.

El hombre levantó la cabeza de golpe.

— ¡Sí, acepto! —  dijo sin vacilar.

  Entonces, así sea. Os casaréis —  dijo el joven en tono definitivo— . Habéis hecho un buen negocio, Donald Gillie. Pero sabed esto, no podéis decir que sí hoy y negarlo mañana. Si la muchacha sufriera algún daño, o si vos tuvierais la intención de abandonarla, no habrá un agujero lo bastante profundo para que os ocultéis porque yo os encontraré y os quitaré la vida.

El hombre no pudo contener su alegría por haber recibido tan leve castigo.

  No haré daño a la muchacha

  Bien — dijo el joven y fue hasta la puerta — . Vosotras, mujeres, iros ahora. Y habéis tenido vuestra diversión del día. Dejad que estos dos se conozcan mejor. —  Se volvió y dijo —  Enid, lavadlo antes que regrese vuestro padre. Tendréis mucho que explicarle a ese buen hombre.

  Vuestro propio padre realmente ha criado un hijo misericordioso, mí señor dijo Donald Gillie.

El joven rió abiertamente.

  Mi padre no tiene ningún hijo.

Donald Gillie quedóse mirando la grácil figura que se alejaba. Después acudió a Enid por una explicación.

— ¿Qué quiso decir él?

  No fue él —  Enid rió de su confusión— . Fue lady _____________ (ahora su nombre de verdad) quien os perdonó la vida.



CHICAS.. aqui les subo el primer capi... les informo que en el primer capi... Todavia no sale Tom.. yo creo que en el capi del miercoles aparecera... por fin Tom..
Y se encontrara con TN.. aunque creo que no le va a gustar mucho su presencia.. pero no sigo xd jajaja asi las dejo con intriga.....
(Acuerdense que TN... hubiese preferido nacer hombre, no mujer, para favorecer a su Padre...)

Espero les guste el capi...

Cuidense
Las Quiero

BYE =D

 

3 comentarios:

  1. Tamitha confieso q al principio me henrede un pocooo pero ahora todo esta muy claroo. Hahahaha el pebso q era hombre.. Fue muy gracioso todo esoo. mmm xq no me gustara la presencia de Tom?? Bueno a esperar sube todos los dias asi como la otra fic ya?? Esta buenizima me gusta muchooo..
    Bye cuidate :D

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  2. me encanto suena muy interesante cuidate sube pronto.

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  3. wow!! O_O muy original como dijo jennifer un poco me enrede al principio ahora esta un poco mas claro!! ^^ :D

    Sube PRonto

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